VICTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE Y SU CONCEPCIÓN
ACERCA DEL HOMBRE[1]
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Víctor
Raúl Haya de la Torre (1895-1979)
nace el 22 de febrero de 1895 en Trujillo (Perú) y muere a los 84 años de edad,
el 2 de agosto de 1979 en Lima. Fue el jefe, fundador, maestro y guía de la
Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y del Partido Aprista Peruano
(PAP), filósofo social y uno de los más grandes políticos de Perú y América
Latina del siglo XX.
Sus
lecturas juveniles, -señala Luis Alberto Sánchez-, son todas las de anarquistas
rusos, italianos, franceses y españoles y al mismo tiempo la de un peruano, su
maestro: González Prada. De estas lecturas extrajo la esencia de su
colectivismo libertario y de su rebeldía que se clarifica y concreta en 1918,
en sus 23 años, cuando conoce el Cuzco y ve al indio explotado por los
gamonales. Esta impresión, basada en la injusticia agraria, se completará al
año siguiente con su alzamiento contra la injusticia agraria, contra la
injusticia intelectual de nuestras universidades y proclama la Reforma
Universitaria.
Profesor
emérito y visitante en diversas universidades de América Latina y de Europa,
supo llegar a la conciencia del pueblo y conquistarla a la luz de una nueva
doctrina política indoamericana, de una nueva filosofía del cambio que marcha
de la mano con la ciencia y la técnica. Líder de masas, llegó a ser promotor de
la Reforma Universitaria en 1919, fundador y el primer Rector y profesor de la
Universidad Popular González Prada, creador de la fiesta de la Navidad del Niño
del Pueblo. Y en 1978 fue elegido Presidente de la Asamblea Constituyente de
Perú, con las tres cuartas partes de la votación nacional.
Filósofo
dialéctico y humanista, escritor combativo y antiimperialista, ensayista sin
par, historiógrafo realista, político incorruptible, políglota, periodista
crítico, maestro creativo y ejemplar, viajero impenitente, orador elocuente,
persuasivo y cautivante de multitudes, gran transformador social. Todo esto y
mucho más fue Víctor Raúl Haya de la Torre.
Como
periodista y escritor es autor de las obras: ¿Adónde va Indoamérica?,
Construyendo el Aprismo, El Antiimperialismo y el APRA, Espacio
Tiempo-Histórico, Excombatientes y Desocupados, Ideario y acción aprista,
Impresiones de la Inglaterra Imperialista y de la Rusia Soviética, Instructiva
secreta a Haya de la Torre. También La Defensa Continental, Mensaje de la
Europa nórdica, Política aprista, Por la Emancipación de América Latina, Teoría
y táctica del Aprismo, Toynbee frente a los panoramas de la Historia, Treinta
años de Aprismo, ¿Y después de la guerra, qué?,
Cartas a los prisioneros apristas, Dos cartas de Haya de la Torre, El
plan del Aprismo, y La verdad del Aprismo.
Haya de la
Torre se identificó con los más necesitados: “Yo no puedo recordar al indio del
Perú sin decir mi palabra de protesta y acusación. Quien ha llegado hasta
nuestras soledades andinas habrá visto aquellas grandes masas de campesinos
tristes, haraposos y cabizbajos, que llevan sobre sus hombros la carga de
cuatro siglos de siniestra esclavitud”, repetía en tono reivindicativo.
La concepción del
hombre de Haya de la Torre es una concepción antidogmática, integral,
funcional, realista, libertaria, moralista, justiciera y liberadora, sujeta al
espacio y tiempo histórico de los pueblos.
Daniel
Parodi refiere que “En tiempos de utopías deterministas y grandes “verdades
teóricas”, Haya se adelantó a la crisis de las ideologías y pensaba que la
teoría debía adaptarse a la realidad y no al contrario. Creía que el hombre no
podía controlar las fuerzas que ocasionan el cambio social, ni predecir su
dirección. Por ello debía adecuarse permanentemente a revoluciones espontáneas
e inesperadas”[2].
Víctor Raúl Haya de la Torre
Haya
de la Torre considera que el hombre es el fin y el gestor de la historia, y por
lo tanto no puede ser instrumento de nada ni de nadie; que el hombre debe
propugnar el respeto, la defensa y la protección de sus derechos fundamentales
y de los derechos de las demás personas, sin preferencias ni marginaciones, sin
discriminación ni distinción de clases sociales.
Para
Haya de la Torre el hombre es el centro del universo, vale por lo que es como
persona humana, por lo que sabe, por sus principios y bienes espirituales y
morales, por su espíritu de independencia y de justicia y no por lo que tiene o
aspira acumular bienes materiales.
Haya
de la Torre, -gran luchador político y reformador social, gestor y promotor de
las reivindicaciones de las clases sociales, organizador del gran Frente Único
de Trabajadores Manuales e Intelectuales e incansable en la cruzada libertadora
de los países de América Latina-, piensa
que el hombre, con espíritu de justicia y capacidad de lucha, debe orientar su
destino a la realización plena de su personalidad, dentro de un orden digno,
armónico y justo, en torno a una sociedad de Pan con Libertad, sociedad
democrática funcional, educadora, fraterna y solidaria, sin odios, rencores ni
bajas pasiones.
“Haya
de la Torre – refiere Alcides Spelucín- ha enseñado que sólo pueblos
providenciales pueden dar hombres providenciales y que ni lo uno ni lo otro
habrá jamás sobre la tierra. Que el hombre, como gobernante o como gobernado,
será superior o inferior, bueno o malo, mejor o peor, según la calidad de la
matriz que lo produzca y la intensidad de las fuerzas que lo empujen. Que en
donde ya existe, como en el Perú, una conciencia colectiva capaz de crear su
propia doctrina, su propia ética y su propio instrumento de lucha, los audaces
pasarán como relámpagos y los providenciales serán imposible”[3]
En
la concepción educadora del hombre, Haya de la Torre piensa que el Estado debe
prestar un servicio de educación de calidad que tienda a estimular el
desarrollo de las virtudes, capacidades, experiencias, ideas, usos, costumbres,
tradiciones, formas de vida y potencialidades del ser humano, dentro de un espacio-tiempo
histórico de permanente afirmación, transformación, renovación y liberación de
los grupos de poder económico y político interno y de las grandes empresas
imperialistas transnacionales.
El
maestro universitario, antropólogo e investigador, Lorgio A. Guibovich del
Carpio, en su análisis sobre el Pensamiento
antropológico de Haya de la Torre y el indigenismo en el Perú (1988:129-141),
subraya y enfatiza que Haya de la Torre, como luchador social y científico
social, con profundo conocimiento de la realidad peruana y americana y de la
psicología humana, supo comprender las relaciones entre cultura y personalidad
y destacar la importancia de las instituciones sociales humanas en la
construcción de su propio destino; pero también supo analizar al hombre desde
su aspecto homo politicus, buscar los
rasgos comunes a las diversas organizaciones políticas reconocidas y
estructuradas dentro de la diversidad histórica del área indoamericana; supo
analizar las diferencias de los hombres y de sus hechos en los diversos
espacios y tiempos históricos. Pero
también nos explica que Haya de la Torre, en todas sus obras, analiza el
problema del hombre relacionado en el aspecto político, económico, social,
educativo y cultural; por tanto utiliza categorías antropológicas y hace uso de
la Antropología, la Antropolingüística y fundamentalmente de la
Antroposociogeografía, que es en efecto la vinculación del hombre como ente
social con su medio geográfico, que lo transforma y lo humaniza para satisfacer
sus necesidades fundamentales. Haya analiza al hombre en sus diversas
dimensiones: en su dimensión de protector social, económico, de militante
gremial, político y como creador de su cultura.
Guibovich
del Carpio puntualiza: “Haya de la Torre utiliza la Antropología para analizar
la sociedad peruana; el análisis que hace Haya, es sumamente interesante y
hasta cierto punto es moderno. Haya de la Torre se da cuenta que no es
solamente el problema económico lo fundamental de la sociedad, sino la función
que cumple el hombre dentro de la sociedad y ello podríamos encuadrarlo dentro
de la corriente funcionalista de Malinowski”.[4]
Asimismo,
refiere Guibovich del Carpio: “Haya de la Torre a través de la antropología
analiza a la sociedad peruana y se nutre de la teoría filosófica marxista para
luego negarlo y poder manifestar que la sociedad está determinada por las
clases y que estas clases sociales en estos casos están determinados por su
pasado histórico, y que responde a una sociedad concreta americana que es lo
antropológico, que es una actividad de acceso a la riqueza”.
“Haya
hombre descubre al hombre peruano y lo incorpora a la alianza popular manual e
intelectual; Haya comprende que el problema del indigenismo y del proletariado,
debe ser enfocado desde una perspectiva antropológica, disciplina que estudia
al hombre como una criatura de la naturaleza y como creador de cultura, concede
igual importancia a las formas de vida humana en los parajes selváticos, en las
praderas y altiplanos andinos, en los oasis costeños poco conocidos, que sin
embargo están inmersas en una gran complejidad tecnológica e industrial.
Descubre en el hombre americano las concepciones políticas y sociales realmente
extraordinarias y en cuanto a los incas, se refiere sin paralelo en su época y
en todos los estados correspondientes de progreso de cualquier otro pueblo del
mundo, vio detenido su camino, avanzando hacia la civilización, por imposición
del feudalismo español”.[5]
Guibovich
del Carpio manifiesta: “Haya de la Torre estuvo dedicado a la investigación
antropológica y al estudio de la Antropología, en consecuencia el pensamiento
político social y económico posterior de Haya de la Torre, está totalmente
imbuido de este conocimiento científico que ha adquirido en sus diversas
visitas a los países del mundo, es por ello que cuando analiza la sociedad
peruana e indoamericana Haya de la Torre aplica científicamente métodos
antropológicos al conocimiento de los pueblos para poder descubrir en ellos
nuestra propia realidad peruana e indoamericana – plantear un programa no sólo
de reivindicación desde el punto de vista económico, social y político, sino
también supo aplicar una metodología adecuada, con la finalidad de lograr un
cambio en la estructura social misma a través del conocimiento re la realidad nacional
e indoamericana. Por eso Haya de la Torre como hombre y como científico social
supo aplicar la antropología para aclarar situaciones de incomprensión al
aborigen peruano. En efecto, Haya de la Torre manifestaba: “Nuestro problema
indígena es, ante todo, nuestro gran problema social, económico”.
Sobre
el problema del indio Haya de la Torre subrayó realistamente “que la cuestión
del indio es un problema social de una complejidad enorme, no es un problema
pedagógico solamente, ni un problema económico, ni un problema moral
únicamente, es un problema sustancialmente social y por lo tanto vasto y
heterogéneo, que hay que acometerlo por todos sus flancos a la vez” En
consecuencia “La tierra que el indio necesita para trabajar debe ser del indio”
y que era necesario, finalmente, reivindicar material y espiritualmente al
indígena explotado en los países de América Latina. “Nuestro indigenismo –decía
Haya- no es el simplista sentimental concepto racial que ante la estúpida
afirmación burguesa de la inferioridad de razas, opone en un amargo grito de
revancha, la afirmación contraria de que toda raza de color es superior a la
blanca”.
En
su discurso del 28 de julio de 1978 como Presidente de la Asamblea
Constituyente de Perú, Víctor Raúl Haya de la Torre manifestó: “Centrar un
sistema político en torno al hombre, exige consagrar especial importancia a la
formación del hombre. Nuestra Constitución debe atribuir a la enseñanza una
jerarquía dominante y superior. En nuestro contexto nacional, la gratuidad de
la enseñanza, en todos los grados es una conquista que debemos rescatar. Para
el joven estudiante, no debe existir más límite en sus aspiraciones, que el
marcado por su capacidad. Y erradicar el analfabetismo, que nos avergüenza,
debe colocarse entre las primeras obligaciones de un nuevo Estado
antiimperialista”.
La
ética es una rama de la filosofía que enseña las reglas que debe seguir el
hombre para hacer el bien y evitar el mal, para distinguir lo correcto de lo
equivocado, para observar un comportamiento ceñido a los principios y valores
éticos y alcanzar el fin último: la perfección, el bienestar y la felicidad de
la persona humana.
Dentro
de su concepción ética acerca del hombre, Haya de la Torre concibe un ser
humano liberado de vicios y defectos, liberado de los grupos de poder económico
y político dominantes y del yugo de todo tipo de imperialismo, ser humano capaz
de observar una conducta a tono con los sólidos principios y valores éticos y
de ser merecedor y defensor de sus derechos fundamentales a una educación
inclusiva de calidad y a una vida con libertad, pan y justicia social.
Haya
de la Torre concibe la participación activa, eficiente, responsable y solidaria
de los ciudadanos en los asuntos del Estado y la aplicación de una política
científica y descentralizada del Estado, teniendo como base la
descentralización y la revolución social revolución moral, revolución económica
y revolución educativa para lograr la reorganización y la reconstrucción
democrática y pacífica de los Estados de América Latina. Que el que robó,
devuelva lo robado; que el delincuente responda ante la justicia y sea
sancionado con severas penas, sin prescriptibilidad de delitos y que la
moralización debe democratizarse, es decir, debe empezar por los moralizadores.
En sus permanentes diálogos con el pueblo, Haya sentenciaba: “Quien delinca
será dos veces culpable y dos veces castigado, porque recibirá la maldición del
pueblo y la maldición de la Patria”, pero no dejando de puntualizar que para
aplicar esta medida se requiere de los mejores fiscales y jueces, que no se
atemoricen, que no tengan miedo ni les tiemble la mano para identificar y
condenar al culpable, de manera imparcial y justa, sin recurrir a la política
de los viejos métodos.
Según
Haya de la Torre, la moralidad es el prerrequisito de todo buen gobierno. No
existe revolución profunda e irreversible si no hay ante todo conciencia
revolucionaria y auténtica moralización. Revolución y moralización caminan
juntos para luchar contra los agitadores mercenarios que hacen de la lucha y
del poder negociado, entreguismo, hipoteca, prebenda. La moral de gobernantes y
gobernados debe mantenerse y desarrollarse en su más alto nivel, realizando la
revolución en las propias conciencias del hombre, dándole al alma de cada uno
el riego vital de una nueva fe, mística revolucionaria y nueva esperanza.
Respecto
a la moral gubernativa, Haya de la
Torre no se cansó de avivar conciencias y de alimentar el espíritu de rebeldía
en los trabajadores contra todo tipo de injusticias, vengan estas de donde
vengan y como vengan. Llegó a decir: “Los pueblos no se educan únicamente en
las escuelas, colegios o universidades, se educan primordialmente en el
ejemplo. La moral gubernativa es una de las enseñanzas fundamentales que deben
darse a un pueblo”
Haya
de la Torre es partidario de una educación moral de calidad, para que despierte
e incentive la conciencia de la responsabilidad ciudadana y el espíritu de
lucha por la transformación estructural de los países. Educación moral de
calidad que ha de culminar en la práctica cotidiana de los valores éticos
positivos y en la plena realización de la personalidad del ser humano. Haya
decía que los mejores programas económicos y políticos fracasarían sin una
enérgica tentativa para la educación moral del ciudadano, de los gobernantes y
de los gobernados, toda vez que el engrandecimiento de las sociedades depende
del engrandecimiento moral de sus ciudadanos.
Haya
de la Torre cree en el misticismo social y político como expresión colectiva
del invívito fondo religioso del individuo. Y en este aspecto, la disciplina
expresa una ética puritana y nueva. ¡Pureza, honradez, lealtad, desinterés!
Piensa que la disciplina, la organización, la unidad y el absoluto desinterés
personal, son medios morales de educación individual, social y política.
[2] En Internet: Víctor
Raúl: El hombre y la teoría, por Daniel Parodi.
ensamientoperuano.blogspot.pe/2013/02/haya-de-la-torre-y-la-aplicacion-de-la.
[3] Artículo de Alcides
Spelucín, “Haya de la Torre, el primer soldado del aprismo” (Trujillo,
1938), publicado en la obra de Alfonso
Cueva Sevillano “Haya de la Torre.
Testimonio de vida y obra”. Editores Importadores, S.A., Lima, febrero de
2008, p. 110. En este artículo Spelucín califica a Haya de la Torre como “el
primer soldado del Aprismo”, es decir, el más esforzado servidor de su causa.
[4] Guibovich del Carpio,
Lorgio, “Pensamiento antropológico de Haya de la Torre”, en la obra de Alfonso
Cueva Sevillano “Haya de la Torre.
Testimonio de vida y obra”. Editores Importadores, S.A., Lima, febrero de
2008, p. 490.
[5] Guibovich del Carpio,
Lorgio, “Pensamiento antropológico de Haya de la Torre”, en la obra de Alfonso
Cueva Sevillano “Haya de la Torre.
Testimonio de vida y obra”. Editores Importadores, S.A., Lima, febrero de
2008, p. 491 y 492.