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17 de abril de 2020

VICTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE Y SU CONCEPCIÓN ACERCA DEL HOMBRE

VICTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE Y SU CONCEPCIÓN ACERCA DEL HOMBRE[1]


Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) nace el 22 de febrero de 1895 en Trujillo (Perú) y muere a los 84 años de edad, el 2 de agosto de 1979 en Lima. Fue el jefe, fundador, maestro y guía de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y del Partido Aprista Peruano (PAP), filósofo social y uno de los más grandes políticos de Perú y América Latina del siglo XX.
Sus lecturas juveniles, -señala Luis Alberto Sánchez-, son todas las de anarquistas rusos, italianos, franceses y españoles y al mismo tiempo la de un peruano, su maestro: González Prada. De estas lecturas extrajo la esencia de su colectivismo libertario y de su rebeldía que se clarifica y concreta en 1918, en sus 23 años, cuando conoce el Cuzco y ve al indio explotado por los gamonales. Esta impresión, basada en la injusticia agraria, se completará al año siguiente con su alzamiento contra la injusticia agraria, contra la injusticia intelectual de nuestras universidades y proclama la Reforma Universitaria.
Profesor emérito y visitante en diversas universidades de América Latina y de Europa, supo llegar a la conciencia del pueblo y conquistarla a la luz de una nueva doctrina política indoamericana, de una nueva filosofía del cambio que marcha de la mano con la ciencia y la técnica. Líder de masas, llegó a ser promotor de la Reforma Universitaria en 1919, fundador y el primer Rector y profesor de la Universidad Popular González Prada, creador de la fiesta de la Navidad del Niño del Pueblo. Y en 1978 fue elegido Presidente de la Asamblea Constituyente de Perú, con las tres cuartas partes de la votación nacional.
Filósofo dialéctico y humanista, escritor combativo y antiimperialista, ensayista sin par, historiógrafo realista, político incorruptible, políglota, periodista crítico, maestro creativo y ejemplar, viajero impenitente, orador elocuente, persuasivo y cautivante de multitudes, gran transformador social. Todo esto y mucho más fue Víctor Raúl Haya de la Torre.
Como periodista y escritor es autor de las obras: ¿Adónde va Indoamérica?, Construyendo el Aprismo, El Antiimperialismo y el APRA, Espacio Tiempo-Histórico, Excombatientes y Desocupados, Ideario y acción aprista, Impresiones de la Inglaterra Imperialista y de la Rusia Soviética, Instructiva secreta a Haya de la Torre. También La Defensa Continental, Mensaje de la Europa nórdica, Política aprista, Por la Emancipación de América Latina, Teoría y táctica del Aprismo, Toynbee frente a los panoramas de la Historia, Treinta años de Aprismo, ¿Y después de la guerra, qué?,  Cartas a los prisioneros apristas, Dos cartas de Haya de la Torre, El plan del Aprismo, y La verdad del Aprismo.
Haya de la Torre se identificó con los más necesitados: “Yo no puedo recordar al indio del Perú sin decir mi palabra de protesta y acusación. Quien ha llegado hasta nuestras soledades andinas habrá visto aquellas grandes masas de campesinos tristes, haraposos y cabizbajos, que llevan sobre sus hombros la carga de cuatro siglos de siniestra esclavitud”, repetía en tono reivindicativo.
La concepción del hombre de Haya de la Torre es una concepción antidogmática, integral, funcional, realista, libertaria, moralista, justiciera y liberadora, sujeta al espacio y tiempo histórico de los pueblos.
Daniel Parodi refiere que “En tiempos de utopías deterministas y grandes “verdades teóricas”, Haya se adelantó a la crisis de las ideologías y pensaba que la teoría debía adaptarse a la realidad y no al contrario. Creía que el hombre no podía controlar las fuerzas que ocasionan el cambio social, ni predecir su dirección. Por ello debía adecuarse permanentemente a revoluciones espontáneas e inesperadas”[2].


Víctor Raúl Haya de la Torre

Haya de la Torre considera que el hombre es el fin y el gestor de la historia, y por lo tanto no puede ser instrumento de nada ni de nadie; que el hombre debe propugnar el respeto, la defensa y la protección de sus derechos fundamentales y de los derechos de las demás personas, sin preferencias ni marginaciones, sin discriminación ni distinción de clases sociales.
Para Haya de la Torre el hombre es el centro del universo, vale por lo que es como persona humana, por lo que sabe, por sus principios y bienes espirituales y morales, por su espíritu de independencia y de justicia y no por lo que tiene o aspira acumular bienes materiales.
Haya de la Torre, -gran luchador político y reformador social, gestor y promotor de las reivindicaciones de las clases sociales, organizador del gran Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales e incansable en la cruzada libertadora de los países de América Latina-,  piensa que el hombre, con espíritu de justicia y capacidad de lucha, debe orientar su destino a la realización plena de su personalidad, dentro de un orden digno, armónico y justo, en torno a una sociedad de Pan con Libertad, sociedad democrática funcional, educadora, fraterna y solidaria, sin odios, rencores ni bajas pasiones.
“Haya de la Torre – refiere Alcides Spelucín- ha enseñado que sólo pueblos providenciales pueden dar hombres providenciales y que ni lo uno ni lo otro habrá jamás sobre la tierra. Que el hombre, como gobernante o como gobernado, será superior o inferior, bueno o malo, mejor o peor, según la calidad de la matriz que lo produzca y la intensidad de las fuerzas que lo empujen. Que en donde ya existe, como en el Perú, una conciencia colectiva capaz de crear su propia doctrina, su propia ética y su propio instrumento de lucha, los audaces pasarán como relámpagos y los providenciales serán imposible”[3]
En la concepción educadora del hombre, Haya de la Torre piensa que el Estado debe prestar un servicio de educación de calidad que tienda a estimular el desarrollo de las virtudes, capacidades, experiencias, ideas, usos, costumbres, tradiciones, formas de vida y potencialidades del ser humano, dentro de un espacio-tiempo histórico de permanente afirmación, transformación, renovación y liberación de los grupos de poder económico y político interno y de las grandes empresas imperialistas transnacionales.
El maestro universitario, antropólogo e investigador, Lorgio A. Guibovich del Carpio, en su análisis sobre el Pensamiento antropológico de Haya de la Torre y el indigenismo en el Perú (1988:129-141), subraya y enfatiza que Haya de la Torre, como luchador social y científico social, con profundo conocimiento de la realidad peruana y americana y de la psicología humana, supo comprender las relaciones entre cultura y personalidad y destacar la importancia de las instituciones sociales humanas en la construcción de su propio destino; pero también supo analizar al hombre desde su aspecto homo politicus, buscar los rasgos comunes a las diversas organizaciones políticas reconocidas y estructuradas dentro de la diversidad histórica del área indoamericana; supo analizar las diferencias de los hombres y de sus hechos en los diversos espacios y tiempos históricos.  Pero también nos explica que Haya de la Torre, en todas sus obras, analiza el problema del hombre relacionado en el aspecto político, económico, social, educativo y cultural; por tanto utiliza categorías antropológicas y hace uso de la Antropología, la Antropolingüística y fundamentalmente de la Antroposociogeografía, que es en efecto la vinculación del hombre como ente social con su medio geográfico, que lo transforma y lo humaniza para satisfacer sus necesidades fundamentales. Haya analiza al hombre en sus diversas dimensiones: en su dimensión de protector social, económico, de militante gremial, político y como creador de su cultura.
Guibovich del Carpio puntualiza: “Haya de la Torre utiliza la Antropología para analizar la sociedad peruana; el análisis que hace Haya, es sumamente interesante y hasta cierto punto es moderno. Haya de la Torre se da cuenta que no es solamente el problema económico lo fundamental de la sociedad, sino la función que cumple el hombre dentro de la sociedad y ello podríamos encuadrarlo dentro de la corriente funcionalista de Malinowski”.[4]
Asimismo, refiere Guibovich del Carpio: “Haya de la Torre a través de la antropología analiza a la sociedad peruana y se nutre de la teoría filosófica marxista para luego negarlo y poder manifestar que la sociedad está determinada por las clases y que estas clases sociales en estos casos están determinados por su pasado histórico, y que responde a una sociedad concreta americana que es lo antropológico, que es una actividad de acceso a la riqueza”.
“Haya hombre descubre al hombre peruano y lo incorpora a la alianza popular manual e intelectual; Haya comprende que el problema del indigenismo y del proletariado, debe ser enfocado desde una perspectiva antropológica, disciplina que estudia al hombre como una criatura de la naturaleza y como creador de cultura, concede igual importancia a las formas de vida humana en los parajes selváticos, en las praderas y altiplanos andinos, en los oasis costeños poco conocidos, que sin embargo están inmersas en una gran complejidad tecnológica e industrial. Descubre en el hombre americano las concepciones políticas y sociales realmente extraordinarias y en cuanto a los incas, se refiere sin paralelo en su época y en todos los estados correspondientes de progreso de cualquier otro pueblo del mundo, vio detenido su camino, avanzando hacia la civilización, por imposición del feudalismo español”.[5]
Guibovich del Carpio manifiesta: “Haya de la Torre estuvo dedicado a la investigación antropológica y al estudio de la Antropología, en consecuencia el pensamiento político social y económico posterior de Haya de la Torre, está totalmente imbuido de este conocimiento científico que ha adquirido en sus diversas visitas a los países del mundo, es por ello que cuando analiza la sociedad peruana e indoamericana Haya de la Torre aplica científicamente métodos antropológicos al conocimiento de los pueblos para poder descubrir en ellos nuestra propia realidad peruana e indoamericana – plantear un programa no sólo de reivindicación desde el punto de vista económico, social y político, sino también supo aplicar una metodología adecuada, con la finalidad de lograr un cambio en la estructura social misma a través del conocimiento re la realidad nacional e indoamericana. Por eso Haya de la Torre como hombre y como científico social supo aplicar la antropología para aclarar situaciones de incomprensión al aborigen peruano. En efecto, Haya de la Torre manifestaba: “Nuestro problema indígena es, ante todo, nuestro gran problema social, económico”.
Sobre el problema del indio Haya de la Torre subrayó realistamente “que la cuestión del indio es un problema social de una complejidad enorme, no es un problema pedagógico solamente, ni un problema económico, ni un problema moral únicamente, es un problema sustancialmente social y por lo tanto vasto y heterogéneo, que hay que acometerlo por todos sus flancos a la vez” En consecuencia “La tierra que el indio necesita para trabajar debe ser del indio” y que era necesario, finalmente, reivindicar material y espiritualmente al indígena explotado en los países de América Latina. “Nuestro indigenismo –decía Haya- no es el simplista sentimental concepto racial que ante la estúpida afirmación burguesa de la inferioridad de razas, opone en un amargo grito de revancha, la afirmación contraria de que toda raza de color es superior a la blanca”.
En su discurso del 28 de julio de 1978 como Presidente de la Asamblea Constituyente de Perú, Víctor Raúl Haya de la Torre manifestó: “Centrar un sistema político en torno al hombre, exige consagrar especial importancia a la formación del hombre. Nuestra Constitución debe atribuir a la enseñanza una jerarquía dominante y superior. En nuestro contexto nacional, la gratuidad de la enseñanza, en todos los grados es una conquista que debemos rescatar. Para el joven estudiante, no debe existir más límite en sus aspiraciones, que el marcado por su capacidad. Y erradicar el analfabetismo, que nos avergüenza, debe colocarse entre las primeras obligaciones de un nuevo Estado antiimperialista”.
La ética es una rama de la filosofía que enseña las reglas que debe seguir el hombre para hacer el bien y evitar el mal, para distinguir lo correcto de lo equivocado, para observar un comportamiento ceñido a los principios y valores éticos y alcanzar el fin último: la perfección, el bienestar y la felicidad de la persona humana.
Dentro de su concepción ética acerca del hombre, Haya de la Torre concibe un ser humano liberado de vicios y defectos, liberado de los grupos de poder económico y político dominantes y del yugo de todo tipo de imperialismo, ser humano capaz de observar una conducta a tono con los sólidos principios y valores éticos y de ser merecedor y defensor de sus derechos fundamentales a una educación inclusiva de calidad y a una vida con libertad, pan y justicia social.
Haya de la Torre concibe la participación activa, eficiente, responsable y solidaria de los ciudadanos en los asuntos del Estado y la aplicación de una política científica y descentralizada del Estado, teniendo como base la descentralización y la revolución social revolución moral, revolución económica y revolución educativa para lograr la reorganización y la reconstrucción democrática y pacífica de los Estados de América Latina. Que el que robó, devuelva lo robado; que el delincuente responda ante la justicia y sea sancionado con severas penas, sin prescriptibilidad de delitos y que la moralización debe democratizarse, es decir, debe empezar por los moralizadores. En sus permanentes diálogos con el pueblo, Haya sentenciaba: “Quien delinca será dos veces culpable y dos veces castigado, porque recibirá la maldición del pueblo y la maldición de la Patria”, pero no dejando de puntualizar que para aplicar esta medida se requiere de los mejores fiscales y jueces, que no se atemoricen, que no tengan miedo ni les tiemble la mano para identificar y condenar al culpable, de manera imparcial y justa, sin recurrir a la política de los viejos métodos.
Según Haya de la Torre, la moralidad es el prerrequisito de todo buen gobierno. No existe revolución profunda e irreversible si no hay ante todo conciencia revolucionaria y auténtica moralización. Revolución y moralización caminan juntos para luchar contra los agitadores mercenarios que hacen de la lucha y del poder negociado, entreguismo, hipoteca, prebenda. La moral de gobernantes y gobernados debe mantenerse y desarrollarse en su más alto nivel, realizando la revolución en las propias conciencias del hombre, dándole al alma de cada uno el riego vital de una nueva fe, mística revolucionaria y nueva esperanza.
Respecto a la moral gubernativa, Haya de la Torre no se cansó de avivar conciencias y de alimentar el espíritu de rebeldía en los trabajadores contra todo tipo de injusticias, vengan estas de donde vengan y como vengan. Llegó a decir: “Los pueblos no se educan únicamente en las escuelas, colegios o universidades, se educan primordialmente en el ejemplo. La moral gubernativa es una de las enseñanzas fundamentales que deben darse a un pueblo”
Haya de la Torre es partidario de una educación moral de calidad, para que despierte e incentive la conciencia de la responsabilidad ciudadana y el espíritu de lucha por la transformación estructural de los países. Educación moral de calidad que ha de culminar en la práctica cotidiana de los valores éticos positivos y en la plena realización de la personalidad del ser humano. Haya decía que los mejores programas económicos y políticos fracasarían sin una enérgica tentativa para la educación moral del ciudadano, de los gobernantes y de los gobernados, toda vez que el engrandecimiento de las sociedades depende del engrandecimiento moral de sus ciudadanos.
Haya de la Torre cree en el misticismo social y político como expresión colectiva del invívito fondo religioso del individuo. Y en este aspecto, la disciplina expresa una ética puritana y nueva. ¡Pureza, honradez, lealtad, desinterés! Piensa que la disciplina, la organización, la unidad y el absoluto desinterés personal, son medios morales de educación individual, social y política.




[1] Fuente: De la obra inédita de Eudoro Terrones Negrete ,“Visión Filosófica del Hombre”.
[2] En Internet: Víctor Raúl: El hombre y la teoría, por Daniel Parodi. ensamientoperuano.blogspot.pe/2013/02/haya-de-la-torre-y-la-aplicacion-de-la.
[3] Artículo de Alcides Spelucín, “Haya de la Torre, el primer soldado del aprismo” (Trujillo, 1938),  publicado en la obra de Alfonso Cueva Sevillano “Haya de la Torre. Testimonio de vida y obra”. Editores Importadores, S.A., Lima, febrero de 2008, p. 110. En este artículo Spelucín califica a Haya de la Torre como “el primer soldado del Aprismo”, es decir, el más esforzado servidor de su causa.
[4] Guibovich del Carpio, Lorgio, “Pensamiento antropológico de Haya de la Torre”, en la obra de Alfonso Cueva Sevillano “Haya de la Torre. Testimonio de vida y obra”. Editores Importadores, S.A., Lima, febrero de 2008, p. 490.
[5] Guibovich del Carpio, Lorgio, “Pensamiento antropológico de Haya de la Torre”, en la obra de Alfonso Cueva Sevillano “Haya de la Torre. Testimonio de vida y obra”. Editores Importadores, S.A., Lima, febrero de 2008, p. 491 y 492.
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