LOS RETOS
HISTÓRICOS, LAS RESPUESTAS Y EL FUTURO DE LA SOCIEDAD GLOBAL
Escribe: Eudoro
Terrones Negrete
Estamos ahora viviendo en un mundo interactivo, con circuitos
de información, emisión y recepción directos, que pueden ser aprovechados con
óptimos resultados en el proceso educativo de los pueblos.
La realidad de la globalización del conocimiento, la
globalización de la producción, la globalización
de las finanzas, la globalización del comercio, la globalización de la
economía, entre otros, son desafíos que la educación debe tomar como base para
su configuración en el proceso educativo y en la elaboración de un nuevo modelo
educativo de las naciones.
Nos encontramos ante grandes y difíciles retos del
nuevo milenio. Ello tiene que ver con la necesidad de transformación acelerada
de la sociedad tradicional en una sociedad altamente competitiva, con oferta de
benes y de servicios basado en el conocimiento (conocimiento es poder), pero
sobre todo, que traiga prosperidad y bienestar a las naciones, independencia y
no sumisión, libertad y no vasallaje, justicia y no exclusión y explotación con
mano de obra del cholo superbarato.
Dichos retos o desafíos históricos demanda de los
gobernantes y gobernados gran responsabilidad, en los que tienen que aprender a
conjugar lo tradicional con lo moderno, lo nacional con lo universal, el
pensamiento simple con el pensamiento complejo y el pensamiento sistémico.
Esto implica, también, que los gobiernos modernicen su
sistema de información y de comunicación e incorporen nuevos equipos de última
generación. Ciencia (saber), tecnología (saber hacer), producción (hacer) y
comunicación (eficaz, efectiva y eficiente) deben formar los componentes
fundamentales del nuevo rumbo histórico para que los países alcancen
rápidamente su desarrollo social, económico, político, educativo, cultural,
ecológico y científico.
Urge contar con políticas globales orientados a
proteger, preservar y consolidar la educación en valores, el mercado interno de
los países, la identidad e integridad de las culturas y la soberanía de los
estados emergentes.
Consideramos de
necesidad imperiosa que la economía mundial se fundamente en valores compartidos y
en la competitividad con igualdad de condiciones entre los países. Todas las
naciones son consumidores de los efectos y de las bondades de la tecnoglobalización; por tanto, todas deberían tener voz, presencia y participación en el proceso para poder competir en igualdad de condiciones y oportunidades. Hace
falta con urgencia consolidar un ordenamiento jurídico y una administración de
justicia mundial confiable y transparente, que respete los derechos humanos,
erradique los vicios y males sociales, el narcotráfico y la violencia
estructural.