EL PARADIGMA DE ARISTÓTELES
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Aristóteles
(384-322 a.C.), filósofo, lógico y científico griego, nació en la colonia de
Estagira, en Macedonia, ha sido descendiente de una familia culta dedicada al
ejercicio de la Medicina, su padre fue médico de los reyes de Macedonia.
Aristóteles,
el más destacado discípulo de Platón, ingresó a la Academia de Platón a los quince
años de edad y se mantuvo en ella por más de 20 años, participando como
estudiante, colaborador y maestro, hasta
la muerte de su maestro. Rechazó la teoría de las ideas de su maestro Platón y las teorías acerca de la
naturaleza y el cambio formuladas por los presocráticos.
Aristóteles
es conocido por siglos como “el Estagirita” (por ser natural de Estagira), “el
filósofo”, “el maestro de los sabios”, “el maestro de los que saben” e
inclusive llegó a ser Preceptor de Alejandro Magno.
Aristóteles
inaugura el pensamiento científico sistemático en la Edad Antigua. Casi toda la
filosofía de la Edad Media giró en torno a su pensamiento sobre la Lógica
formal o lógica analítica, el Método lógico o silogístico y la Teoría del
conocimiento y que llegaron a dominar
durante más de dos mil años el pensamiento y la ciencia del mundo.
Aristóteles mantuvo las ideas que la
Tierra estaba formada por cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua, y que
el Cosmos estaba formado por éter,
que era el quinto elemento y el más perfecto de todos. Perfeccionó la visión de
su maestro Platón de un universo formado por círculos concéntricos que giraban
alrededor de la Tierra, con un último círculo, donde se encontraban las estrellas,
pegadas a una esfera.
Sus
ideas, que dominaron durante más de dos mil años el pensamiento y la ciencia
del mundo, ejercieron extraordinaria influencia en la historia intelectual de
Occidente. En la actualidad sus obras son de obligada lectura para todo investigador
y filósofo de la ciencia.
En
el 335 a. de C., al regresar a Atenas funda su propia escuela, el “Liceo”,
llamado así por estar situado dentro de un recinto dedicado al dios Apolo Licio y donde existía un peripatos (espacio rodeado de columnas)
por donde paseaban y conversaban los alumnos, a quienes se les llamaba peripatéticos. Esta escuela tuvo por
objetivo principal cultivar, profundizar y divulgar los estudios de las
ciencias de la época y toda clase de ciencias filosóficas,
científico-naturales, históricas y jurídicas. Platón, Aristóteles fue “la
inteligencia de la escuela”.
Esta
escuela gozó de gran prestigio en su época y contó con una Biblioteca y un
Museo y recibió todo el apoyo material y económico cuando Alejandro Magno conquista
Atenas.
En
la Edad Media, Aristóteles fue admirado por ser uno de los tres grandes
filósofos griegos conjuntamente con Sócrates y Platón y por ser el creador de
la Lógica formal o lógica analítica y del Método lógico o silogístico. Es el filósofo griego que definió la
“deducción” y la “inducción” y acuñó los términos de “concepto”, “juicio”,
“razonamiento” y “categorías” en sus significaciones actuales.
Para Manuel García Morente, “Aristóteles
representa la forma más pura y clásica del realismo metafísico”. Se puede decir
que toda la filosofía de la Edad Media giró en torno a la Lógica y la Teoría
del conocimiento de Aristóteles. Su pensamiento ejerció influencia en la
filosofía moderna, en la neoescolástica, en la psicología contemporánea
(behaviorismo) y en el naturalismo católico. Gran parte del vocabulario
técnico, científico y filosófico de la actualidad se lo debemos al Estagirita.
“Fueron los árabes
los que redes-cubrieron a Aristóteles y a través de ellos pasó a la filosofía escolástica”.[1]
En
la enciclopedia “El Universo y la Tierra” se refiere que “La ciencia de la
astronomía siguió avanzando en Grecia. Un discípulo de Pitágoras profundizó en
las teorías de su maestro y perfeccionó su cosmología. Ese discípulo era
Filolao. Sostenía que los planetas no giraban alrededor de la Tierra, sino que
lo hacían en torno a una bola de fuego incandescente, el Fuego Eterno. Filolao
se equivocó inventando un centro del universo invisible, pero supo colocar la
Tierra al mismo nivel que los restantes planetas. Nuestro mundo ya no era el
centro del universo, sino un planeta más que giraba como los demás alrededor de
un centro imaginario. He aquí la otra gran novedad de este pensador griego: ¡la
Tierra se mueve! Fue el primero en suponer que, si todos los planetas
describían un círculo, la Tierra también debía moverse. Esta suposición era
nueva para la época y fue un gran avance en la astronomía. Heráclito añadió a
la Tierra el movimiento de girar sobre su mismo eje, es decir, la rotación. Vio
que este movimiento explicaría la sucesión de la noche y el día”.
“Después,
Platón elaboró una nueva concepción del universo y volvió a colocar la Tierra
en el centro. Todos los planetas y la Luna y el Sol giraban en círculos
perfectos alrededor de la Tierra. Platón se equivocó en su visión del cosmos
porque se basó en sus ideas filosóficas y religiosas para elaborarla. Según él,
el mundo se dividía en las cosas celestes, que eran perfectas, y las cosas del
mundo, que eran imperfectas. Así lo perfecto sólo existía en el mundo de las
ideas y en el cosmos, y el hombre, desde su mundo imperfecto, no podía llegar a
observar esa perfección. Por eso sólo podía llegar a ella a través del
pensamiento y las ideas. Aristóteles, siguiendo las ideas de Platón, mantuvo
que la Tierra estaba formada por cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua,
y que el cosmos estaba formado por éter, el quinto elemento y el más perfecto
de todos. Aristóteles perfeccionó la visión de su maestro de un universo
formado por círculos concéntricos que giraban alrededor de la Tierra, con un
último círculo, donde se encontraban las estrellas, pegadas a una esfera”[2].
“Aristóteles sostuvo un sistema geocéntrico,
en el cual la Tierra se
encontraba inmóvil en el centro mientras a su alrededor giraba el Sol con otros
planetas. Aristóteles habló del mundo sublunar, en el cual existía la
generación y la corrupción; y el mundo supralunar, perfecto. Esta teoría de la
Tierra como centro del universo —que a su vez era considerado finito— perduró
por varios siglos hasta que Copérnico
en el siglo XVI cambió el concepto e introdujo una serie de paradigmas,
concibiendo el Sol como centro del universo. En astronomía,
Aristóteles propuso la existencia de un Cosmos
esférico y finito que tendría a la Tierra como centro (geocentrismo).
La parte central estaría compuesta por cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. En su Física,
cada uno de estos elementos tiene un lugar adecuado, determinado por su peso relativo o «gravedad
específica». Cada elemento se mueve,
de forma natural, en línea recta —la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba—
hacia el lugar que le corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de
lo que resulta que el movimiento terrestre siempre es lineal y siempre acaba
por detenerse. Los cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita
siguiendo un complejo movimiento
circular, por lo que deben, conforme con la lógica,
estar compuestos por un quinto elemento, que él llamaba aither ('éter'),
elemento superior que no es susceptible de sufrir cualquier cambio que no sea
el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La teoría
aristotélica de que el movimiento
lineal siempre se lleva a cabo a través de un medio de resistencia es, en
realidad, válida para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles
sostenía también que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de
forma más rápida que aquellos que son más ligeros cuando sus formas son
iguales, concepto equivocado que se aceptó como norma durante aproximadamente
1800 años hasta que el físico y astrónomo italiano Galileo Galilei
llevó a cabo sus experimentos con bolas sobre planos inclinados”[3].
La
obra del filósofo se caracteriza por su orden, estructura jerárquica y
sistematización de los conocimientos, procediendo desde las ciencias inorgánicas
hasta la metafísica.
Los
extensos escritos de Aristóteles abarcan casi todos los ámbitos del
conocimiento y casi todas las ciencias de su tiempo: Lógica, Física, Biología,
Metafísica, Ética, Política, Retórica y Poética. No con poca razón, Dagoberto D. Runes afirma
que “dichos escritos se caracterizan por la finura del análisis, por la
sobriedad e imparcialidad del juicio y por el magistral conocimiento de los
datos empíricos; en conjunto constituyen una de las obras más admirables
atribuidas a una sola mente”.
Después
de la muerte de Aristóteles, se cuenta entre los continuadores de su obra a
Teofrasto, Eudemo de Rodas y Estratón de Lámpsaco.
Aristóteles
escribió casi 200 obras, de las cuales solo nos han llegado 31. Cabe mencionar
las principales: Organon, Física, Del Cielo, Del Alma, Retórica, Metafísica,
Política, Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo, Poética, Historia de los animales,
Tratado de generación y destrucción, y Constitución de Atenas. Sus obras fueron
coleccionadas por Andrónico de Rodas hacia la mitad del siglo I después de
Jesucristo.
Aristóteles inaugura el pensamiento
científico sistemático en la Edad Antigua, es conocido como el padre fundador
de la lógica y de la biología, formula la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de categoría, sustancia,
acto,
potencia
y primer
motor inmóvil. Algunas de sus ideas, que fueron
novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del sentido común
de muchas personas.[4]
No
cabe duda y es bueno puntualizar que durante toda la Edad Media prevaleció una
forma de pensar e interpretar al mundo denominada paradigma
aristotélico-ptolemaico-tomista, caracterizada por el uso de
conceptos rígidos, particularmente concretados y perpetuados por la Iglesia
Católica, que aparentemente podían explicar toda la realidad. Es decir, el
mundo se concebía como un todo ordenado por la ley de Dios y no había gesto
humano ni organización social que escapara a la presencia de este ordo amoris que estaba ya en la raíz del
pensamiento agustiniano.[5]
Es
así como el filósofo medieval tenía una visión religiosa del mundo, cabe
mencionar entre los más importantes a san Agustín de Hipona, Pedro Abelardo,
san Anselmo, Juan Escoto Erígena y Juan Duns Escoto y que trataron de aplicar
el pensamiento de Aristóteles a la teología.
El
problema del desmoronamiento del mundo medieval significó un cambio en la
visión que del hombre, la sociedad y la naturaleza se había tenido o soportado
en Europa, durante toda la Edad media. Esa visión o paradigma medieval que era
una combinación o mescolanza ideológica de Física y Lógica aristotélica
tradicional, de la Astronomía geocéntrica de Ptolomeo, y del tomismo como la
doctrina filosófico-religioso cristiano de Tomás de Aquino. Y que ya en el
siglo XVI y XVII, con el Renacimiento se comienza a deconstruir o “romper”; en
primera con la Reforma protestante, y en segunda con la Revolución
filosófica-científica.[6]
El
paradigma o visión teísta medieval del mundo – Dios era el paradigma, la idea
central de toda la concepción del mundo- fue reemplazado por el paradigma
humanista moderno del mundo, iniciado con el Renacimiento. Del teocentrismo con
Dios se pasa al antropocentrismo.
En
el paradigma medieval, la vida del hombre y la sociedad, estaba determinada por
Dios, el hombre era un hijo de Dios y estaba éticamente obligado a vivir como
Dios manda a través de los mandamientos de la ley de Dios y los reglamentos de
la Iglesia. La naturaleza era producto de la creación divina. Las ideas de
Platón y de Aristóteles fueron la base que retomó el cristianismo para formar
sus ideas y teorías acerca del hombre, la vida, el mundo y Dios. La filosofía y
la teología estaban muy cerca una de la otra y marchaban de la mano.
En
el paradigma humanista del mundo moderno, el hombre y sus facultades
intelectivas razón, libertad, intuición y voluntad, dan al hombre la autonomía
de construir su propio destino, la posibilidad de ser dueño de su
individualidad, de transformar la sociedad
y hacer historia. La naturaleza, que es obra de Dios, puede ser analizada
dialécticamente, utilizada y transformada para dar solución a los problemas humanos y satisfacer sus
necesidades.
[2]
Lexus Editores, “El Universo y la Tierra”. Dirección Editorial: Jaime Viñals,
Barcelona, 2000, pp.22 y 23.
[4]
https://es.wikipedia.org/wiki/Aristoteles
[5]
http://alumnosenelagora.blogspot.pe/2010/08/2-comprender-la-ruptura-del-paradigma.html