Modelo de crónica deportiva:
¡PERÚ...PERÚ...PERÚ...PERUUUUU...!
Por
Alfonso Rospigliosi[1]
¡Noche del 16 de marzo! ¡Qué grande has
sido! ¡Cómo quedarás grabada en el recuerdo!
¡Qué jornada amigos del Perú! ¡Qué momentos
los vividos! ¡Olvidemos un momento la pluma, el deber periodístico, los datos
del partido, el enjuiciamiento técnico, el barómetro, el ranking, la
cocktelera! ¡Olvidémoslo por un instante! ¡Voy a hacer este artículo con la
mirada puesta en la bandera rojiblanca que flamea más orgulllosa que nunca en
el mástil del Estadio Nacional de Santiago de Chile! Con la imagen de todo lo
hecho por esos peruanos que fueron más peruanos que nunca la noche del empate
con Argentina. Y que jugaron con una calidad extraordinaria. Con la mente fija
en el rectángulo verde, donde los "cholitos" del Rímac dominaron a
los maestros del Plata y les dieron una lección de lo que es fútbol y pundonor.
!Qué fútbol amigos! ¡Qué dominio! ¡Qué risa
cuando Huaki dejaba en el suelo a Lombardo! ¡Qué saltos cuando Delgado salvaba
de chalaca! ¡Qué alegría cuando Terry se dribleaba media defensa argentina!
¡Qué orgullo cuando Lazón controlaba a fuerza de guapeza al wing Cruz! ¡Qué
momentos! ¡Cómo se repitieran!
¡Perú... Perú... Perú...! Gritaba un grupo
de quince o veinte en un extremo del Estadio. Eran peruanos. Lucían una gran
bandera rojiblanca. Yo en la caseta de Radio "La Crónica". Había
empatado Perú 1 a
1 por gol de Gómez Sánchez. No pude más. No podía frenar mi entusiasmo, mi
alegría, mi orgullo, mi afición futbolística. Bajé a las graderías. Diez metros
más allá y estaba al lado de seis peruanos. Vino otro. Éramos siete. Heredia
dominaba a Ceconotto. Vino otro. Éramos ocho. Delgado rechazaba con calidad.
Uno más. Ya éramos nueve. Disparaba Navarrete echando al córner Musimessi.
Vides hizo su bicicleta. Tito pasó la pelota por entre las piernas de Sola.
Llegamos a ser doce. Y dale que dale. ¡Perú... Perú... Perú...! ¡Qué momentos!
¡Qué fútbol ni qué fútbol! ¡Estaba jugando el Perú! Se olvidaba uno de todo. Se
olvidaba de que estaba lejos la patria, que el rival era Argentina. Que hacía
frío. Que no había movilidad para el hotel. ¡No importaba! ¡Vamos Huaki! Dale
Delgado. ¡Buena Suárez! ¡Vamos Perú... Arriba Perú...! Así Heredia... Báilalo
Tito... Bien Vides... Así Colunga...! Dale Lazón... Que vean que somos
alguien... Bien Loret... ¡Perú... Perú... Perú...!
Y seguía el baile. Tito a Vides, Vides a
Loret, Loret a Navarrete, se la quitaban, avanzaba cinco metros Mouriño y
saltaba Colunga como un Tigre. Colunga. Colunga a Tito, Tito a Huaki, Huaki que
deja en el suelo a Lombardo, Huaki a Vides, rechaza Colman, Heredia gana de
cabeza a Grillo, apoya a Tito, Tito a Vides, Vides domina a Mouriño, Vides a
Tito, Tito a Loret, Loret dispara, out... No había gargantas. Todos de pie.
Hasta los chilenos. Los argentinos se miraban entre ellos. No podían creer que
era verdad lo que veían. ¿Y nosotros? Dale que dale con: ¡Perú... Perú...
Perú...!
Toma Delgado, da a Salas, Salas a Heredia,
Heredia a Vides, Vides a Tito, Tito a Vides, Vides a Huaki, entra Lombardo y la
quita, apoya a Mouriño, Mouriño a Ceconatto, entra Colunga y quita como hombre,
jugando a la pelota. Reclaman los argentinos. Y los 25 mil que estaban en el
Estadio: ¡Llorones... Llorones... Llorones...!
¡Qué partido, amigos! ¡Qué noche de gala
para el fútbol peruano! ¡Qué valentía para reaccionar! Hizo gol Ceconatto.
Mudez en el Estadio. Y cuando pareció que Perú se echaba de nuevo: Tito a
Vides, Vides a Huaki, dribling a Colman, disparo a Musimessi. ¡Así jugaba el
Perú! ¡Como nunca antes jugó, ni nunca más jugará!
Se inicia el segundo tiempo. Y sigue el
baile. El gol debe venir solo. Lazón a Navarrete, Navarrete a Tito, foul
argentino. Tira Delgado, rechaza Colman, recupera Vides, pasa la pelota por
encima de la cabeza a Mouriño, Vides a Tito, Tito a Vides, Vides a Tito y Sola
se tira de nuevo a agarrar la pelota con las manos. No podía con el baile.
Ya no éramos doce los que gritábamos. Eran
30 mil. Pero, 29 mil, porque habrían mil argentinos que se comían las uñas en
el Estadio. ¡Perú... Perú... Perú...! Rojos por la fuerza con que gritábamos.
Roncos como el que más. Alegres como unas pascuas. ¡Y se perdía 2 a 1! Es que se tenía
confianza en el equipo peruano.
De pronto, toma Tito a Colunga, a
Navarrete, éste centra sobrándose, entra a la carrera Gómez Sánchez y de
izquierda dispara cruzado. ¡Golllll peruano! ¡Gooolllll de Huaki! ¡Hasta Lima
deben haberse oído los gritos de gol!
¡Y otro disco! Terry a Vides, Vides a Tito,
Tito a Terry. ¡El trío mágico! ¡Mandrake contra Argentina! Y dale que dale:
¡Perú... Perú... Perú...!
¡Qué fútbol! ¡Qué River! ¡Qué Millonarios,
ni que Vasco! ¡Perú... Perú... Perú...! Tito, Navarrete, Terry, Huaki, Vides...
Vamos Perú. Un gol más para ganar. Ya había como 30 peruanos al lado de
nosotros. Y con nosotros todo el público parado. Faltaban 10 minutos. Toma
Terry, gol anulado. Toma Navarrete, tira al palo. Toma Félix, ataja Musimessi.
Tira Vides, córner de Mouriño sobre la línea. ¿Y Suárez? ¡Leyendo la cocktelera
del día anterior! ¡Vamos Perú... Arriba Perú... Ahora Perú...!
Terminó el partido. Félix había perdido una
oportunidad de gol. ¡No importaba, se había empatado con Argentina! Bajamos las
gradas. ¿Las gradas? ¡Por las bancas, entre el público, cantando el Himno
Nacional, pese a los palos de los carabineros, porque se tenía que bajar por
las gradas y no por entre el público y de banca en banca. Estábamos a 20 metros del campo. Ya
llegábamos al césped. Uno lo besa, otro se resbaló, no supo que estaba algo
mojado. Otro corrió a besar a Gómez Sánchez, uno más le quitó la gorra a
Suárez, Terry se quedó sin número. Félix sin medallita. El aguatero perdió la
bolsa de agua. Se la echó uno que dirigió la barra. ¡Perú... Perú... Perú...!
Himno peruano en el camarín. Fotos, declaraciones. Todos habían jugado, todos,
hasta los hinchas. Fotógrafos que no podían desarrollar su labor. Alegría por
doquier. Dos peruanos que sudaron tanto, se metieron a la ducha junto con Suárez
y Delgado. Y ellos con ropa y todo. Uno se tiró encima de Colunga. Resbaló
Colunga. Estaba enjabonado. En el suelo le dijo: "No importa primo, pero
el Perú ha sido todo" Heredia, Castillo y Tito estaban en una banca.
Dieron tres hurras por el Perú. Uno se cayó, la banca cambió de posición,
Félix, Heredia y Tito tuvieron que hacer malabares.
La una de la mañana. Y seguía el
entusiasmo. Todos cantaban. Todos alegres. Todos con las frases del Himno
peruano en la boca. Y así, hasta el Claridge. Todos caminando. Los jugadores
peruanos en ómnibus. Y nosotros caminando. Éramos como cien peruanos. Y cien
las cuadras que teníamos que caminar. No importa. Con la chompa de Gómez
Sánchez adelante. la bandera peruana en medio. Y los zapatos de Delgado atrás.
Todos, cantaban, silbaban. ¡Perú... Perú... Perú...!
¡Noche del 16 de marzo de 1955! ¡Ojalá que
vuelvas!
Alfonso Rospigliosi
Fuente: Diario "La Crónica", Lima-Perú, 1955.