LA ESCUELA
PITAGÓRICA
Y SU CONCEPCIÓN DUALISTA
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
La escuela pitagórica o
Itálica fue fundada por Pitágoras de Samos. Esta escuela filosófica
presocrática, llamada también Escuela Itálica, postula una concepción dualista, en contraposición de la
concepción monista de los jónicos, según la cual la causa del origen de los
seres y fenómenos de todo cuanto hay en el universo son los NÚMEROS. Todo esto
es producto de la unidad absoluta o sea el número UNO. Así decía: UNO, es el
punto; DOS, forman la línea; TRES, forma la superficie; CUATRO, un sólido, etc.
El alma es un número que
se mueve y que procede de la unidad primera que es Dios.
Los pitagóricos
comprendieron que la naturaleza es orden y armonía, que todo el universo está
formado por diez corpúsculos dispuestos alrededor de un fuego y que se mueven
por tal armonía que los seres humanos no logramos percibir.
Michele F. SCIACCA, en su
obra “Historia de la Filosofía”, señala: “Pero hay algo que agregar. Que los
pitagóricos no sólo enseñan la metempsícosis,
sino también la metemcósmosis. Para
ellos según esto, el cuerpo es la tumba, la cárcel del alma, la cual con la
muerte, y después de haber expiado sus culpas unida a otros cuerpos, se reúne,
en la vida ultraterrena, con el UNO, que anula en sí todas las antítesis”.
Aristóteles, en el primer
libro de su obra “Metafísica”, se refiere a esta importante escuela en los
términos que siguen: “Se llama pitagóricos a quienes primero se aplicaron a las
matemáticas y las hicieron adelantar. Alimentados con tales estudios pensaron
que los principios de las matemáticas son los principios de los seres. Como en
matemáticas son los números, por su naturaleza, los primeros elementos,
creyeron ver los pitagóricos, en los números, muchas analogías con lo que es y
lo que nace, más bien que en el fuego, la tierra y el agua. Por ende, determinada
combinación de los números les pareció ser la justicia; otra diferente, el alma
y el espíritu, y así con todo lo demás. También vieron en los números las
combinaciones y las leyes de la música. Por tanto, he aquí su doctrina; el
número es el principio de los seres, y de algún modo, su materia, que
constituye sus modificaciones y estados. Los elementos del número son el par y
el impar; el uno es determinado y el otro indeterminado”.
El pitagorismo se
caracteriza, además, por su elevado sentido místico-religioso afín con el
orfismo. Sus miembros practicaron la abstinencia. Su máximo representante fue
Pitágoras de Samos.
PITÁGORAS
DE SAMOS
Concebía el número
concreto ligado a alguna cosa, no un número abstracto e independiente. Concebía
el número en PAR, IMPAR e IMPAR-PAR. Para Pitágoras la armonía es el número
ocho (8), debido a que ocho son las notas de la escala musical y ocho son los
planetas que al moverse en el universo dan la musicalidad de los espacios
infinitos, de aquí provino la idea de la “música de los astros” que cantaron
los poetas de la antigüedad.
De lo UNO procede la
dualidad de lo Par y lo Impar, y de esta dualidad procede la multiplicidad de
las cosas.
“Por sus lucubraciones
sobre el número –refiere Horacio Urteaga[1]- Pitágoras es considerado
el más grande propulsor de los estudios de las matemáticas puras y de la teoría
musical; como creador del sistema. Pitágoras desarrolla una filosofía de
carácter físico y metafísico a la vez; atento a la naturaleza, pero desconfiado
de las apariencias, creyó encontrar en el símbolo de los números el origen del
mundo; en este sentido, aunque no pertenece a la escuela de los físicos, inicia
las disciplinas metafísicas y morales”.
Pitágoras es el primer
pensador de la humanidad en calificarse como “un amigo de la sabiduría”, es
decir como un “filósofo”, y en reconocer que ningún hombre podía ser sabio, toda
vez que esta denominación corresponde solamente a Dios.
La filosofía matemática
de Pitágoras puede ser considerada como la precursora de la filosofía
dialéctica de Hegel e inclusive de la filosofía marxista, de la corriente del
evolucionismo.
[1]
Urteaga, Horacio H. Historia de la Civilización-La cultura
griega, Tomo I, 3ª. Edición, Librería e Imprenta Gil, S.A., Lima, 1944.