La
concepción spengleriana de la historia.
OSWALD
SPENGLER:
“LA DECADENCIA DE OCCIDENTE”
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
Oswald Spengler
La concepción del mundo
se define como “cosmovisión”, “intuición del mundo”, “visión del mundo”,
sistema de ideas, conceptos, imágenes, creencias, símbolos o representaciones
filosóficas sobre el mundo que circunda al hombre y en el que interactúa.
La concepción del mundo
viene a ser una respuesta espontánea que da la conciencia del hombre al impacto
que recibe del mundo frente a los diversos y complejos problemas, desafíos y
enigmas.
Toda concepción del mundo
está condicionada por la vida material, espiritual, educativa, cultural,
política, social, económica y moral del hombre y por su nivel de desarrollo
histórico.
La concepción del mundo
es un reflejo del ser social y depende del nivel de los conocimientos humanos
alcanzados en el período histórico dado, así como del régimen social.
Toda concepción
filosófica es relativa, es producto de la época en que le tocó vivir al
filósofo. Todo enfoque filosófico depende del punto de observación del filósofo
y de los antecedentes de una determinada corriente filosófica. De ahí que lo
que para una determinada época es válida o útil una concepción filosófica,
para otra época tal vez no lo sea necesariamente. Ninguna filosofía se explica
al margen de las filosofías anteriores, una siempre resulta negando, superando
o perfeccionando a la otra, tomando posición y distancia, acercamiento o
asimilación. Por ejemplo, el materialismo surgió del idealismo, la filosofía de
Hegel tuvo su asiento en la filosofía de Heráclito, la de Marx en la de Hegel,
y así sucesivamente.
De la concepción del
mundo depende la actitud del hombre frente a la realidad que le rodea y sirve
de guía para la acción. La concepción del mundo contribuye a elevar la
conciencia geográfica, conciencia histórica, conciencia política, conciencia
profesional y la actividad de los trabajadores en la edificación de una
sociedad mejor.
Hay diferentes clases de
concepciones del mundo: concepción idealista del mundo; concepción
marxista-leninista del mundo; la concepción spengleriana de la historia, entre
otras.
Expliquemos a
continuación la concepción spengleriana de la historia, a la luz de su
monumental obra “La decadencia de Occidente”, obra que consta de dos volúmenes,
el primero publicado en 1918 y el segundo titulado Perspectivas de la historia
mundial, editada en 1923.
En la obra “La decadencia
de Occidente”, publicada por Oswald Spengler después de la Primera Guerra
Mundial, se explica la concepción de la historia. El autor confiesa en el
prólogo de la obra que “se intentaba, por primera vez, predecir la historia” y
niega que haya una historia universal entendida como proceso único.
En Wikipedia, la enciclopedia libre se lee: “Spengler presentaba la
historia universal como un conjunto de culturas (Antigua o Apolínea, Egipcia, India,
Babilónica, China, Mágica, Occidental o Fáustica) que se desarrollaban
independientemente unas de otras –como cuerpos individuales- pasando a través
de un ciclo vital compuesto por cuatro etapas: Juventud, Crecimiento,
Florecimiento y Decadencia, como el ciclo vital de un ser vivo, que tiene un
comienzo y un fin determinados. Además, cada una de las etapas que conformaban
el ciclo vital de una cultura presentaba, según el esquema spengleriano, una
serie de rasgos distintivos que se manifestaban en todas las culturas por igual
enmarcando los acontecimientos particulares. Con base en este esquema y
aplicando un método que él llamó la “morfología comparativa de las culturas”,
Spengler proclamó que la cultura Occidental se encontraba en su etapa final, es
decir, la decadencia y afirmó que era posible predecir los hechos por venir en
la historia del occidente”-[1]
“La historia humana,
-afirma Spengler-, no es sino el conjunto de enormes ciclos vitales, cada cual
con un yo y una personalidad”. Los “enormes ciclos vitales” son las distintas
culturas, que sufren procesos semejantes a los de los organismos vivos.
Spengler considera que “nacimiento,
muerte, juventud, vejez, duración de la vida” son conceptos que tienen, en
historia, sentido semejante al que tienen en el campo de la biología y que cada
cultura es un organismo de vida limitada en el tiempo. Una cultura, como todo
organismo, tiene forma y duración determinada; está destinada a perecer; y así
como han perecido las grandes culturas anteriores, perecerá, también nuestra
cultura occidental a la que pertenecemos.
“Cada cultura imprime a
su materia, que es el hombre, su forma propia; cada una tiene su propia idea,
sus propias pasiones, su propia vida, su querer, su sentir, su morir propios”
indica Spengler.
Las culturas perecen cuando alcanzan lo que se llama
su civilización, que es su grado más
extremo: su decrepitud, es el paso de lo orgánico a lo inorgánico, de la vida a
la muerte. Y el símbolo típico de la decadencia que anuncia la muerte –dice Spengler-
es el imperialismo. Este produce la
petrificación de las culturas. El imperialismo que es civilización ya sin
cultura, es la condena a muerte del organismo histórico.
Así como la cultura
griega pasó a la civilización en sus sucesores los romanos; eso sucedió en el
siglo IV, en el siglo XIX se convierte en civilización la cultura occidental,
que va a morir como también murió la cultura griega, y como murieron todas las
demás.