LAS
ESCUELAS PRESOCRÁTICAS:
DE LOS FÍSICOS, ATOMISTA Y SOFÍSTICA
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
LA
ESCUELA DE LOS FÍSICOS
Los representantes
máximos de la Escuela de los Físicos son Empédocles de Agrigento y Anaxágoras
de Clazomene.
EMPÉDOCLES
DE AGRIGENTO
Médico, orador,
poeta, físico y filósofo, llegó a considerarse un “dios inmortal”. Para él, las
raíces de todo está constituido por los cuatro elementos: AGUA, AIRE, FUEGO y
TIERRA, que combinados indistintamente originan todas las cosas. Los cuatro
elementos son cuatro dioses que “gobiernan el mundo”.
Según Empédocles las
cosas no nacen ni mueren, sino que “aparecen y desaparecen por la unión o
desunión de los elementos que lo constituyen”. Estos cuatro elementos son
movidos por dos fuerzas contrarias: el AMOR, que los une; y el ODIO, que los
separa. El odio es el principio que destruye o que modifica. En el odio todas
las cosas van diferentes y divididas, pero se reúnen en el amor. El amor es el
poder creador.
Empédocles es un pensador
pluralista que descubrió la Retórica.
ANAXÁGORAS
DE CLAZOMENE
Para él existían
infinidad de substancias simples o “semillas” que estaban distribuidas por todo
el universo, que al juntarse originaban a las cosas individuales y al separarse
producían la destrucción de estas cosas.
Concibió un tipo especial
de materia o “substancia animada”, que era una Razón inteligente, eterna e
imperecedera, que era la única materia que se halla en movimiento y que puede
comunicar este movimiento al resto de la materia.
Su teoría de los átomos
(“homeomerías”) es considerada como “gérmenes de las cosas”. Es el primer
filósofo en concebir el principio teleológico en la explicación del mundo
natural, es decir la idea de la finalidad en la naturaleza: “Al principio era
el caos –escribe Anaxágoras-, luego vino la inteligencia, que puso en orden
todas las cosas”.
LA
ESCUELA ATOMISTA
SIGNIFICADO
La Escuela Atomista
postula un aferrado materialismo, no cree en Dios. La realidad está constituida
por ÁTOMOS con su espacio vacío donde se mueven. Sus representantes son
Demócrito y Leucipo.
DEMÓCRITO
DE ABDERA
Su doctrina atómica es
resueltamente atea. ¡Nada hay en la naturaleza, decía, que se produzca sin
causa, todo se efectúa por alguna razón y necesariamente”, sólo que toda causa
hay que buscarla en los propios átomos y no fuera de ellos.
Negaba todo criterio de
verdad, suponiendo que la realidad es un conjunto de apariencias y que el
universo es una incesante ilusión.
Demócrito aceptaba dos
elementos: el ÁTOMO y el VACÍO. Los átomos por su pequeñez son invisibles, tienen
formas y tamaños para dar origen a todas las cosas del mundo. Una combinación
de átomos formaría, por ejemplo, un palo, una piedra, un caballo, etc. Los
átomos son infinitos, en magnitud y en cantidad, se mueven en círculo en el
universo.
Según su Teoría del
Conocimiento, la percepción se realiza a causa de unos espectros emitidos por
las cosas que en forma de imágenes sutiles, compuestas también de átomos,
impresionan los sentidos penetrando en ellos[1].
LEUCIPO
DE ELEA
De cuya existencia nada
se sabe, introdujo en la terminología científica tres nuevos conceptos: 1. El
del vacío absoluto. 2. El de átomos que se mueven en dicho vacío. 3. El de
necesidad mecánica.
Fue el primero en
establecer tanto el principio de la “causalidad” como el principio de “razón
suficiente”, cuando dijo: “ni una cosa sola surge sin causa, todo surge sobre
alguna base y en virtud de la necesidad”.[2]
LA
ESCUELA SOFÍSTICA
SIGNIFICADO
La Escuela Sofística
surge en Ática (Atenas) en pleno siglo V antes de Cristo. Los sofistas abandonan
la cosmogonía y la cosmología y dan nuevo rumbo a la filosofía griega al
centrar su preocupación en el estudio del hombre y de sus problemas. Introduce
un nuevo concepto filosófico: EUDAIMONÍA o felicidad del ser humano.
¿Quiénes fueron los
sofistas?. Los sofistas fueron hombre dotados de gran dominio de la retórica,
del arte de la discusión o del razonamiento capcioso, que van de ciudad en
ciudad enseñando a la juventud y al pueblo, percibiendo por dicho concepto una
remuneración, con tarifas elevadas, relacionados estrechamente con familias
pudientes. No se preocupaban por conocer la verdad, sólo se interesaban por
ganar la discusión o la polémica, por poner su elocuencia al servicio de los
ambiciosos que buscaban alcanzar honores, fama y popularidad política.
Utilizaron sofismas o argumentos falsos con intención de inducir al error.
Fueron, a decir verdad, hombres elocuentes, dialécticos, conferenciantes
públicos, filósofos prácticos, fueron los precursores de la educación superior
orientados a la aplicación del aspecto social de la ciencia. Sus
argumentaciones eran relativistas y escépticas. Enseñaban el arte de la
discusión, el arte del razonamiento capcioso. Eran maestros que arribaron a
Atenas procedentes de ciudades extranjeras con el fin de “popularizar los
conocimientos”.
Dagobert D. Runes, en su Diccionario de Filosofía, refiere que
los sofistas llegaron a Atenas para ayudar a los jóvenes a lograr el éxito
político. Esto suponía la subordinación de la enseñanza puramente teórica a sus
fines prácticos, y los sofistas, lejos de enseñar lo más cercano a la verdad,
predicaban a la juventud lo que le serviría para alcanzar el triunfo político.
Así la elocuencia pública y el arte de la retórica pronto ocuparon el lugar de
la ciencia y la especulación pura.
En primera instancia,
sofista fue sinónimo de “sabio”, “hombre de ciencia”, empero, a causa de que
daban demasiada importancia a la dialéctica, a las argumentaciones relativistas
y escépticas, sin importarles el fondo de la verdad, el término sofista derivó
en “hombre falaz”, en “comerciante de la cultura”, en “embaucador profesional”,
en hombres que sin saber nada pretendían saberlo todo.
A pesar de todo ello,
fueron mal vistos en su época y considerados como los iniciadores de la
problemática axiológica contemporánea.
“Sim embargo, el
movimiento sofístico tuvo la ventaja de reaccionar contra las hipótesis audaces
de los filósofos, guiando a la inteligencia hacia fecundas investigaciones
sobre “el conocimiento del espíritu”, permitió la extraordinaria floración de
las ideas socráticas”.[3]
Los sofistas encausaron
la investigación hacia los problemas psicológicos y críticos hasta entonces
descuidados o poco tratados a profundidad. Los sofistas no aceptaron ninguna
verdad absoluta que les impidiese la maniobra dialéctica orientada a confundir
al contrincante, pues sólo creían en verdades relativas.
Platón criticó a los
sofistas por apartar la dialéctica de su verdadero fin. Aristóteles, en cambio,
los censuró por ganar el dinero mediante una “ciencia aparente”, más que real
(sabiduría falsa).
Entre los principales
representantes se encuentran Protágoras, Hipias, Pródico, Antifón, Gorgias,
Criticas, Hipodamo y Calicles.
PROTÁGORAS
(480-411 a.C.)
Es uno de los grandes
sofistas y el primer filósofo que llegó a cobrar por sus enseñanzas, es
considerado como “el gran sistematizador de la gramática”. Dentro de su
concepción doctrinaria comprendía aspectos de convencionalismo de la ley y el
relativismo de la verdad. Su pensamiento: “El hombre es la medida de todas las
cosas, de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en tanto que no
son”. Y agregaba: “según cada cosa se me aparece, tal es para mí; según a ti se
te muestra, tal es para ti, pues tú era hombre y yo también lo soy”, con lo que
quería demostrar que nada es verdadero o falso en sí mismo, sino que todo es
verdadero o falso según la disposición del hombre que recibe la sensación,
según el momento que la recibe, y lo que para uno es verdadero para el otro
puede ser falso (relativismo individual).
Por su posición ateísta,
fue denunciado y desterrado. Dijo: “Con respecto a los dioses, no se si
existen, pues el problema es difícil y la vida humana muy corta para
resolverlo”.
Para Protágoras de Abdera
la verdad, el bien y la belleza son relativos a cada hombre y no valores
universales.
GORGIAS
(483-390 a.C.)
Nihilista y orador,
aferrado escéptico, en su libro “Del no ser” formula tres proposiciones
básicas: 1º. Que nada es. 2°. Que si algo fuese o existiese, sería
incognoscible. 3°. Que si algo fuese o existiese y lo conociésemos, sería
incomunicable a los demás.Sostuvo que lo que uno
puede conocer jamás puede ser entendido o conocido por los demás hombres.
HIPIAS
DE ÉLIDE
Sofista griego, contemporáneo
de Protágoras, nació el 400 a.C. en la ciudad de Elis, capital de la Élide. Jenofonte le consideró como un hombre de gran polimatia (saber
enciclopédico); sofista poseedor de extraordinaria memoria; conferencista muy
bien remunerado, exponía sobre diferentes temas y problemas de filosofía, política, mitología, historia, gramática,
retórica, matemáticas, arqueología, filología, música, poesía, geometría y astronomía; es un gran
matemático de la Antigua Grecia, creador
de sistemas mnemotécnicos y descubridor de la ecuación de la cuadratriz. Hipias participa como personaje en los diálogos de Platón, Hipias mayor e Hipias menor.
“Sin embargo, no hay duda alguna que Hipias hizo un
servicio real a la literatura griega (y a sin
dudar a toda la literatura, en general) al insistir en el significado de las palabras, el valor del ritmo y del estilo literario. Está acreditado con un
excelente trabajo sobre Homero, colecciones de literatura griega y extranjera, y tratados
arqueológicos, pero nada se ha conservado excepto unas notas mínimas. Él forma
parte del enlace que conecta los primeros grandes sofistas, Protágoras y Pródico de Ceos, y los innumerables erísticos que hicieron caer su prestigio”.[4]
“Recientemente encontré
su nombre en un libro sobre matemáticas, en el que se le mencionaba como uno de
los matemáticos que estudió y resolvió la trisección del ángulo. Y aquí un
breve paréntesis matemático para los aficionados a esta ciencia. Hay tres
problemas principales que preocuparon a los matemáticos griegos y que no
pudieron resolver geométricamente, sólo con la ayuda de una regla y un compás.
Se trata de la duplicación del cubo, de la trisección de un ángulo (ambos
problemas están relacionados con la obtención de la raíz cúbica de un número
entero con métodos geométricos) y la cuadratura del círculo, relacionado con la
trascendencia del número pi (pi no puede ser obtenido algebraicamente con ningún
polinomio). Pues bien, Hipias resolvió este problema con una curva anexa que
recibe el nombre de “curva de Hipias”, que es una cuadratriz que permite
realizar la trisección del triángulo y que posteriormente Dinóstrato utilizó también
para hallar la cuadratura del círculo”.[5]
[1] Ramón Conde, Op.cit.
[5] Del
artículo de Tachen. Hipias de Elis, una
enciclopedia andante. https://blog.nueva-acropolis.es/2009/hipias-de-elis-una-enciclopedia-andante/