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21 de abril de 2020

PLATON, EL FILÓSOFO QUE MÁS HA INFLUIDO EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL


PLATON, EL FILÓSOFO QUE MÁS HA INFLUIDO 

EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL

Escribe: Eudoro Terrones Negrete



Platón, discípulo predilecto de Sócrates

Platón  (427-347 a. C.) llamado “El Divino” por la sublimidad de su doctrina y la belleza de su estilo, nació en Atenas. Su verdadero nombre fue Arístocles y se le llamó Platón por la amplitud de sus espaldas.

Nace cuando empezaba la Guerra del Peloponeso y a un año de la muerte de Pericles.

Discípulo predilecto de Sócrates y continuador de su pensamiento, se inició en la filosofía cuando tenía veinte años de edad. Es el fundador de  su escuela denominada Academia, que duraría mil años y en la que enseñó matemáticas, lógica, filosofía y política.

Platón es considerado por la crítica especializada uno de los grandes maestros de la prosa griega, en cuyas composiciones la filosofía se convierte en una magnífica literatura. Platón es el filósofo que más ha influido en el pensamiento occidental y el único que quizá nos legó completa su obra. Y es el primer filósofo de la humanidad que hizo una distinción meridiana entre “sentido” y “pensamiento”, entre el “mundo de las cosas” y el “mundo de las ideas”.

TEORÍA DE LAS IDEAS

La Teoría de las ideas es la doctrina cumbre de Platón. Para él existen dos mundos; el mundo de las ideas y el mundo de las cosas. El principio de todas las cosas es el mundo de las ideas suprasensibles, pues todo lo demás son reflejos, copias imperfectas del mundo hecho por los sentidos.

En la obra “La Humanidad a través de los tiempos”[1] se lee lo siguiente: “El núcleo de las enseñanzas de Platón consiste en su teoría de las formas e ideas. En su opinión, los conceptos e ideas son la única realidad – inmutable, universal y perfecta-. El mundo material que conocemos a través de nuestros sentidos es meramente transitorio, copia imperfecta del mundo de las ideas. Un perro en particular, no es real, porque es transitorio y perecedero, y se diferencia de los demás perros. La realidad es la idea de perro, que es eterna, inmutable, y únicamente puede ser concebida por la razón. En consecuencia, Platón creía que sólo son reales las ideas, y que las cosas materiales son irreales. La explicación estriba en que ponía su fe en la razón, y no en los sentidos, como portadora de la verdad. El mundo que conocemos a través de los sentidos, es como una imagen reflejada en un espejo. La imagen recoge algunas propiedades, pero otras como el olor o el sonido, no las puede reproducir. Los sentidos, igual que el espejo, nos dan un conocimiento parcial del mundo de las ideas, pero, únicamente a través de la razón, que es un instrumento más apto que los sentidos, podemos captar por completo el reino de las ideas”.

Según la Teoría de las ideas de Platón, las ideas son los eternos arquetipos o paradigmas de la realidad. Las ideas son entes inteligibles en sí, trascendentes al mundo natural y separado de éste. Las ideas son la causa primera de las cosas sensibles y que estas cosas sensibles son consideradas como el principio metafísico del cosmos físico. Las ideas son sugeridas por las sensaciones, las sensaciones evocan en el espíritu realidades independientes de las sensaciones. La teoría de las ideas está vinculada al mito de la reminiscencia, que es una forma de expresión del carácter “a priori” del conocimiento. No existe un ser único, hay seres que son las ideas. El verdadero conocimiento es aquel que el hombre posee del mundo de las ideas, del ser suprasensible, no el conocimiento captado del mundo por los sentidos. No hay conocimiento si no hay algo conocido. El conocimiento es siempre conocimiento de algo. LO que absolutamente es, es absolutamente cognoscible: lo que no es, de ninguna manera es cognoscible. El mundo sensible es un reflejo del mundo ideal.

Según la teoría de las ideas de Platón la verdad no está en las cosas, sino que se encuentra en los juicios. La verdad se entiende como las cosas que son de la manera en que son. La ciencia se funda en la razón (“razonamiento de la causa”), la opinión se funda en los sentidos. Al ser le corresponde la ciencia, y al no-ser le corresponde la ignorancia, y al devenir (que está entre el ser y el no-ser) le corresponde la opinión.

Hay una relación mimética entre los “entes-modelos” y las “cosas-copias”, esta relación mimética entre lo inteligible y lo sensible es posible porque las cosas “participan” de las ideas, es decir son la imitación de las ideas.

Entre los grados del conocimiento determinados por Platón figuran:
1º. La conjetura o conocimiento de las imágenes.
2º.La creencia o conocimiento perceptivo.
3º. El razonamiento o conocimiento matemático.
4º. La inteligencia o conocimiento filosófico o de las esencias que permite aprehender el ser absoluto e incondicional, las ideas o “ascensión dialéctica” del alma.

Leopoldo Baeza y Acevez, en su obra “Ética”, en un intento de resumen expresa: “Dice Platón que queremos conocer la realidad teniendo una venda en los ojos; somos como los encadenados en la caverna-alegoría de la caverna-, imposibilitados para conocer la realidad en sí, por la imperfección de nuestros sentidos. Necesitamos despojarnos de ellos, desentendernos de todo lo mundano, para llegar, por “intuición”, a la “contemplación” de los moldes, arquetipos perfectos y puros que son las Ideas, con sus cuatro notas características: perfectas, universales, inmutables y eternas”.

OBRAS

Las obras de Platón tienen un valor filosófico y literario extraordinarios y tienen como personaje principal a Sócrates. Por su corte idealista se distancia del materialismo de Demócrito y del relativismo de los sofistas. Están expuestas en forma poética, alegórica o de mito, aunque su método central es la dialéctica.´

Víctor Brochard en su obra “Estudios sobre Sócrates y Platón” afirma que en la producción intelectual de Platón se da una interrelación entre “la aplicación científica y la exposición mítica”, añadiendo que en Platón “las realidades superiores son objeto de ciencia y los fenómenos, objeto de creencia”.

Las obras de Platón están conformadas por más de veinticinco diálogos y doce cartas. Entre las obras de forma de diálogos se cuentan las siguientes: Apología de Sócrates, Protágoras, Critón, Carmides, Hipias el mayor e Hipias el menor, Gorgias, Menón, La República, El Banquete, Fedón o del Alma, Menexeno, Teetetes, Parménides, Cratilo, El Sofista, Flebo, El Político, Timeo, Las Leyes, Critias, Alcibíades, Hiparco, Eutifrón, Eutidemo y Fedro.

ÉTICA

Platón con la teoría de las partes del alma enlaza su doctrina de las virtudes. Cada una de aquellas tiene una función especial y una virtud propia. A la inteligencia corresponde como virtud específica la sabiduría; a la voluntad, el valor, a los apetitos, la templanza, pero estas virtudes no deben hallarse separadas entre sí, sino, por el contrario, coordinadas unas con otras. La armonía de todas ellas constituye el contenido de una cuarta virtud, que es la justicia. Esta última consiste en la armonización de las actividades del alma y sus correspondientes virtudes[2].

En la ética de Platón se conjuga el hombre de bien con el buen ciudadano, pues el individuo perfecto no es sólo el éticamente bueno, sino el buen ciudadano dentro de un Estado cuya finalidad suprema es realizar la idea del Hombre y conducir al ciudadano al conocimiento y la práctica de las virtudes que depararán la dicha o felicidad. Se une en estrecha relación entre las partes del alma, entre las clases sociales del Estado y las virtudes humanas.

“La adscripción a las distintas clases –expresa García Maynes- no ha de hacerse depender del nacimiento o de la fortuna, sino de las dotes o aptitudes de cada miembro de la República”.

La concepción ética de Platón precisa que el hombre debe usar de la razón para llegar a la virtud.

El profesor Jacinto Tredici en “Historia de la Filosofía” indica que de acuerdo al pensamiento ético de Platón el fin inmediato del hombre es parecerse en lo más posible a Dios, bondad suprema, huyendo de las cosas sensibles. De ello surgen las virtudes mencionadas. La contemplación de las Ideas es el fin último que constituye la beatitud de la vida futura.

LA IDEA DE BIEN

Para el filósofo todas las ideas están supeditadas a una idea superior a todas ellas, que es la idea de Bien. Esta es la idea de todas las demás ideas, la idea máxima que rige y manda, que gobierna todas las demás ideas d Platón. Esta idea suprema del bien se identifica muchas veces con la belleza, con la verdad, con la felicidad, con el Ser y con Dios mismo.

El Bien “es todo lo que preserva y mejora”, en cambio el mal es “todo lo que disuelve y destruye”. Cada cosa tiene su bien y su mal. Esta idea superior llega a ocupar el vértice final de toda realidad, sea esta ideal o empírica. El conocimiento y la práctica del Bien harían feliz la vida de cualquier hombre. Los filósofos son los hombres que realmente saben en qué consiste el bien y el mal, y al asumir la responsabilidad de gobierno están llamados a orientar a los hombres para alcanzar la felicidad que anhelan, la belleza, la justicia, etc.

La idea del Bien es causa del conocimiento, de la ciencia, de la verdad, de los valores supremos. Es la que otorga a los objetos conocidos la Verdad y al Espíritu la facultad de conocer. El Bien no sólo proporciona a los objetos inteligibles su inteligibilidad, sino incluso su ser y su esencia.

CONCEPCIÓN DE ESTADO

La obra cumbre de Platón se titula “La República”, compendia su doctrina compuesta por ideas metafísicas, éticas, pedagógicas, políticas y teológicas.

Platón denomina ESTADO a la sociedad de personas unidas con el objeto de auxiliarse mutuamente en la solución de sus problemas y necesidades. El fin del Estado, indica Platón, no es que una clase de ciudadanos sea especialmente feliz, sino que lo sea todo el Estado, porque sólo así se encontraría la justicia colectiva y la felicidad sería común a todos los ciudadanos.

Platón postula un tipo de Estado bien constituido y gobernado, un Estado ideal, perfecto, justo y dichoso, donde todo debería ser común, en la que cada una de las clases sociales se mantuviera dentro de los límites de sus actividades y funciones propias, sin traspasarlas, realizando lo más conveniente para el bien público y negándose en absoluto a realizar aquello que le sea perjudicial.

En este Estado de carácter utópico o ideal, aristocrático y no teocrático, Estado de sólo tres clases sociales, Estado con población limitada pero sin esclavos. Los pobres no tendrían que adular a los ricos y no sentirían las pesadumbres que suelen tener la educación de los hijos ni el ansia de lograr grandes riquezas. Los ciudadanos que se distingan por sus méritos propios, tendrían a su disposición mayor número de bodas que los demás, y que se les elegiría con más frecuencia para ellas que a cualquier otro ciudadano, con el fin de que alcancen más numerosa descendencia. No se permitiría que el Estado tuviera ningún esclavo.

Platón señala que el mayor mal de un Estado es todo aquello que lo divide, que lo convierte en muchos estados; y, el mayor bien es aquello que une todas las partes del Estado y lo hace uno solo. La comunidad de alegrías y de penas es lo que une al Estado. Las particularidades de estos sentimientos es lo que desune el Estado. La unión de intereses constituye el mayor bien para el Estado. El Estado mejor gobernado es el que vive del modo más parecido a un ser humano en esta unidad de sentimientos.

El intercambio del fruto del trabajo ciudadano a nivel del Estado-ciudad (o Polis) se haría mediante un mercado y una moneda. De esta necesidad de intercambio surge la presencia de mercaderes, de traficantes, de asalariados, de guerreros o guardianes del Estado. El Estado estaría conformado por tres clases sociales que los las siguientes: a) los filósofos (o gobernantes); b) los guerreros (o defensores del Estado); c) los comerciantes, artesanos y campesinos (o trabajadores).

En la concepción platónica los filósofos serían las personas ideales o indicadas para gobernar los Estados, entendiendo como tales a quienes “aman la sabiduría, no en parte sino toda y por entero”, a “los que aman contemplar la verdad”, a “los que se consagran a la contemplación de la esencia de las cosas”, a “aquellos que pueden alcanzar el conocimiento de lo que existe siempre de una manera inmutable”. Y serían admitidos como gobernantes-filósofos quienes hayan cumplido los cincuenta años de edad y no estarían vinculados a ninguna ley, pero deberían evitar la tiranía por ser ésta la peor forma de gobierno.

Platón al concebir este tipo de Estado que se caracteriza por ser utópico, aristocrático y no teocrático, buscaba superar la profunda crisis en que se encontraba sumida la democracia ateniense de la época tras la derrota de Atenas por Esparta en la Guerra del Peloponeso, y pensó conseguirlo a través de la insurgencia de una nueva clase dirigente, con capacidad, con autoridad moral, con experiencia y con gran amor a la sabiduría y a la verdad, dicha nueva clase estaría constituida por los filósofos-gobernantes. Este original tipo de Estado, que aún no fue logrado hasta la fecha en ningún lugar del mundo contemporáneo, en opinión de F. M. Sciacca fue “imaginado en tiempos de desengaños políticos personales, de decadencia de Grecia y bajo la influencia de la religión mística órfico-pitagórica”.

¿QUÉ ES EL HOMBRE?

El filósofo griego Platón puntualiza que el hombre es “un animal capaz de ciencia”, pero también es un “animal sin alas, con dos pies, con las uñas planas; el único entre los seres que es capaz de adquirir una ciencia fundada en razonamientos».

Según Platón el hombre es un ciudadano de dos mundos: ciudadano del mundo sensible y ciudadano del mundo inteligible, aunque por ser un ser racional está llamado a serlo del mundo inteligible.

Platón, discípulo de Sócrates y uno de los filósofos griegos de prolífica producción intelectual, considera que el hombre bueno lo es en la medida en que sea buen ciudadano. La idea del hombre solamente se desarrolla a plenitud en la comunidad, en unión y cooperación con sus semejantes. El hombre se forma espiritualmente en el Estado mediante la subordinación a los intereses y proyectos de la comunidad. El hombre deviene en un animal social o político, no puede abstraerse de su ciudad o polis. El hombre está condenado a vivir en sociedad o comunidad. El hombre está compuesto de un alma, que es de origen divino, inmaterial, eterno e inmortal, alma que está unida accidentalmente al cuerpo como consecuencia de un pecado y con la misión de gobernar y dirigir el cuerpo. El cuerpo es la cárcel del alma.

Platón concibe al hombre así: “Hombre. Animal sin alas, con dos pies, con las uñas planas; el único entre los seres que es capaz de adquirir una ciencia fundada en razonamientos”.  Considera que la naturaleza humana está formada por tres elementos: la inteligencia, la voluntad y la sensibilidad, correspondiéndole a cada elemento una virtud especial: a la inteligencia, la sabiduría; a la voluntad, el valor, y a la sensibilidad corresponde la templanza. La armonía de estas virtudes da origen a una virtud más: la Justicia.

Según Platón en la ciudad existen tres tipos de hombres: los sabios, los guerreros y los trabajadores., a cada uno le corresponde una virtud: a los sabios, la sabiduría; a los guerreros, el valor y, a los trabajadores, la templanza. Si cada una cumple con su función y misión (los sabios la de administración y legislación y la de mandar la ciudad; los guerreros cumplir las leyes y defender la ciudad; y los trabajadores la de producción y satisfacer sus necesidades materiales), entonces la ciudad será justa.

Leopoldo Zea indica que Platón propone la comunidad de bienes y de familia para que el hombre no se vea ligado por ellos; porque esto es lo que hace al hombre descuidar sus deberes como ciudadano y preocuparse más por sus intereses. “Los litigios y querellas mutuas ¿no serán eliminados al no poseer cada uno en privado sino el propio cuerpo y todo lo restante en común” pregunta Platón. Teniendo todo en común tendrán también los ciudadanos comunidad de placeres y de dolores. Quiere Platón que todos cumplan con su misión considerando a la comunidad como lo que les es propio[3].

EL PARADIGMA DE PLATÓN Y DE ARISTÓTELES

En filosofía, Platón, en su obra Timeo  utiliza el término paradigma en su sentido de “modelo divino”, en cuanto considera como paradigma al mundo de los seres eternos, del cual es imagen el mundo sensible y a partir de los cuales están hechas las cosas terrestres. “Paradigma es la Idea platónica, que sirve de modelo originario a las cosas sensibles”.[4]

Aristóteles inaugura el pensamiento científico sistemático en la Edad Antigua. Casi toda la filosofía de la Edad Media giró en torno a su pensamiento sobre la Lógica formal o lógica analítica, el Método lógico o silogístico y la Teoría del conocimiento  y que llegaron a dominar durante más de dos mil años el pensamiento y la ciencia del mundo.

Aristóteles mantuvo las ideas que la Tierra estaba formada por cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua, y que el Cosmos estaba formado por éter, que era el quinto elemento y el más perfecto de todos. Perfeccionó la visión de su maestro Platón de un universo formado por círculos concéntricos que giraban alrededor de la Tierra, con un último círculo, donde se encontraban las estrellas, pegadas a una esfera.

En la enciclopedia “El Universo y la Tierra” se refiere que “La ciencia de la astronomía siguió avanzando en Grecia. Un discípulo de Pitágoras profundizó en las teorías de su maestro y perfeccionó su cosmología. Ese discípulo era Filolao. Sostenía que los planetas no giraban alrededor de la Tierra, sino que lo hacían en torno a una bola de fuego incandescente, el Fuego Eterno. Filolao se equivocó inventando un centro del universo invisible, pero supo colocar la Tierra al mismo nivel que los restantes planetas. Nuestro mundo ya no era el centro del universo, sino un planeta más que giraba como los demás alrededor de un centro imaginario. He aquí la otra gran novedad de este pensador griego: ¡la Tierra se mueve! Fue el primero en suponer que, si todos los planetas describían un círculo, la Tierra también debía moverse. Esta suposición era nueva para la época y fue un gran avance en la astronomía. Heráclito añadió a la Tierra el movimiento de girar sobre su mismo eje, es decir, la rotación. Vio que este movimiento explicaría la sucesión de la noche y el día”.

“Después, Platón elaboró una nueva concepción del universo y volvió a colocar la Tierra en el centro. Todos los planetas y la Luna y el Sol giraban en círculos perfectos alrededor de la Tierra. Platón se equivocó en su visión del cosmos porque se basó en sus ideas filosóficas y religiosas para elaborarla. Según él, el mundo se dividía en las cosas celestes, que eran perfectas, y las cosas del mundo, que eran imperfectas. Así lo perfecto sólo existía en el mundo de las ideas y en el cosmos, y el hombre, desde su mundo imperfecto, no podía llegar a observar esa perfección. Por eso sólo podía llegar a ella a través del pensamiento y las ideas. Aristóteles, siguiendo las ideas de Platón, mantuvo que la Tierra estaba formada por cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua, y que el cosmos estaba formado por éter, el quinto elemento y el más perfecto de todos. Aristóteles perfeccionó la visión de su maestro de un universo formado por círculos concéntricos que giraban alrededor de la Tierra, con un último círculo, donde se encontraban las estrellas, pegadas a una esfera”[5].

“Aristóteles sostuvo un sistema geocéntrico, en el cual la Tierra se encontraba inmóvil en el centro mientras a su alrededor giraba el Sol con otros planetas. Aristóteles habló del mundo sublunar, en el cual existía la generación y la corrupción; y el mundo supralunar, perfecto. Esta teoría de la Tierra como centro del universo —que a su vez era considerado finito— perduró por varios siglos hasta que Copérnico en el siglo XVI cambió el concepto e introdujo una serie de paradigmas, concibiendo el Sol como centro del universo. En astronomía, Aristóteles propuso la existencia de un Cosmos esférico y finito que tendría a la Tierra como centro (geocentrismo). La parte central estaría compuesta por cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. En su Física, cada uno de estos elementos tiene un lugar adecuado, determinado por su peso relativo o «gravedad específica». Cada elemento se mueve, de forma natural, en línea recta —la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de lo que resulta que el movimiento terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse. Los cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben, conforme con la lógica, estar compuestos por un quinto elemento, que él llamaba aither ('éter'), elemento superior que no es susceptible de sufrir cualquier cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La teoría aristotélica de que el movimiento lineal siempre se lleva a cabo a través de un medio de resistencia es, en realidad, válida para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles sostenía también que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de forma más rápida que aquellos que son más ligeros cuando sus formas son iguales, concepto equivocado que se aceptó como norma durante aproximadamente 1800 años hasta que el físico y astrónomo italiano Galileo Galilei llevó a cabo sus experimentos con bolas sobre planos inclinados”[6].





[1] Editorial Marín, S.A. La Humanidad a través de los tiempos. Tomo I, Barcelona, 1959 y 1962.
[2] García Maynes, Eduardo. Ética. Editorial Porrúa, S.A., México, 1965.
[3] Zea, Leopoldo. Introducción a la Filosofía. La conciencia del Hombre en la Filosofía. Imprenta Universitaria, México, 1960, p.175.
[4] Boyer, Paul Henri. Diccionario breve de filosofía. Club de Lectores,  Artes Gráficas “Sapientia”, Buenos Aires, 1962, p.130.
[5] Lexus Editores, “El Universo y la Tierra”. Dirección Editorial: Jaime Viñals, Barcelona, 2000, pp.22 y 23.
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Aristoteles

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