Artículos periodísticos y de investigación

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2 de marzo de 2015

EL FILOSOFAR COMO ORIGEN DE LA FILOSOFÍA


EL FILOSOFAR COMO ORIGEN DE LA FILOSOFÍA

Se dice, no con poca razón, que la filosofía se origina cuando el hombre empieza a filosofar. Para el filósofo mexicano Fernando Savater: “En cierto sentido, todos somos filósofos”.

El término filosofía designa desde sus inicios los esfuerzos racionales generales del hombre para observar, interpretar, entender y explicar los fenómenos de la naturaleza, su propia esencia y existencia, los problemas del hombre y su posición que ocupa en el Universo. Sabemos, por Aristóteles y otros griegos posteriores, que los primeros filósofos griegos principiaron sus especulaciones rechazando los mitos y las explicaciones religiosas del universo que eran muy frecuentes en su tiempo.

 
La filosofía es producto de la actividad del filósofo (el filosofar). Filosofar que algunos pensadores lo han definido como “aprender a vivir” y “aprender a morir”, una ocupación intelectual o reflexiva propio del filósofo tratando de conseguir una explicación a cuestiones, situaciones o problemas que se plantea en su cotidiana existencia o de resolver el enigma de la vida y del mundo.

Y precisamente fueron los griegos los que empezaron por preguntarse de qué están hecho todas las cosas, cuál es el principio o fundamento de las cosas, etc., fueron los griegos los que dieron las primeras respuestas a través de los filósofos presocráticos. Y empezaron explicando que el origen de todo cuanto hay en el universo radica en el agua, el aire, el fuego, el apeirón, el número, el cambio, el logos o razón, el átomo, entre otros.

Pero en lo que se refiere al uso por vez primera de la forma verbal “filosofar” se atribuye a Heráclito de Éfeso, cuando dijo: “Conviene que los hombres filosofen, es decir, que sean sabedores de muchas cosas”. “Es necesario que los hombres filósofos sean buenos indagadores (istoras) de muchas cosas”.

Al respecto, Heráclides Póntico refiere que Pitágoras, en su afán de no considerarse “sabio” – pues estaba convencido que la “sabiduría” sólo era potestativo de Dios- cierta vez llegó a Fliunte (ciudad del Peloponeso) en donde por sus grandes dotes de elocuente, disertador, se ganó el aprecio y la popularidad de parte del tirano Leonte –príncipe de los fliuntinos- y llevado por éste al interrogatorio sobre cuál era el arte que cultivaba, Pitágoras respondió: “ninguno” y más bien era “filósofo” o amante de la sabiduría. O en otros términos, cuando le preguntaron a Pitágoras si era un sabio, contestó: “No, pero soy un amante de la sabiduría”.

F. M. Sciacca[1] atribuye también a Pitágoras el mismo mérito: “Dice la tradición que fue Pitágoras quien, como retrocediendo humildemente frente a la majestad de la sabiduría divina, se nombró por vez primera no sabio sino filósofo: simplemente amigo de la sabiduría, veritatis amicus. Sofía es la ciencia de Dios, filosofía es la ciencia del hombre. Dios “no es filósofo”, dice Platón, porque es el Sabio”.

Resulta que Pitágoras, y más tarde Sócrates, entendían y estaban convencidos que “sólo Dios es el verdadero sabio” y que el hombre por su propia naturaleza imperfecta y mortal, por “asemejarse a Dios en todo lo posible” era sólo “amante del saber”, es decir un filósofo.




[1] Sciacca, Michele F. La Filosofía y el concepto de la Filosofía. Ediciones Troquel, S.A. Buenos Aires, 1962.

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