El nombre y el contenido de esta orientación nace de
la filosofía de R. Eucken. Se propone alcanzar la profundización y el
ennoblecimiento de la vida humana que propugna el neo-idealismo, por medio de
la iniciación en los tesoros de la vida espiritual actualizados en la cultura y
del estímulo de la propia actividad espiritual (activismo ético).
La dirección arranca del hecho de la existencia
primordialmente natural y de la índole del hombre orientada hacia la vida
social. Esta existencia es conducida a una vida verdaderamente digna de la
humanidad únicamente por la intervención de un tercer factor que se actualiza
justamente en la cultura (factor creado precisamente por el desdoblamiento del
hombre y la Naturaleza )
y el valor y fuerza impulsiva del cual se aparta de la divinidad concebida
puramente como la razón universal inmanente (panteísmo). Junto y por encima de
los intereses particulares y de la unión a la sociedad realmente existente, se
halla el impulso superior que permite al hombre unirse con lo «divino» y
conduce así al «recogimiento del espíritu en sí mismo».
Mediante un firme esfuerzo moral se llegaría a esta
cumbre del humano desenvolvimiento, a la consecución de una personalidad
verdaderamente independiente.
El Noologismo es, por lo que vemos, una forma del
neo-idealismo particularmente halagadora para las grandes masas de los
«intelectuales». La objetividad pedagógica está enfocada de antemano hacia los
valores y demanda de la vida espiritual: Sobre la exclusividad de las demandas
educativas individualistas y socialistas, el educador debe, ante todo,
despertar y fortalecer en el educando un idealismo religioso-moral (en el
sentido de Eucken). Debe pertrecharle a la vez en previsión de la lucha
inevitable entre las exigencias de este reino espiritual y las derramas del
mundo real. En esta lucha constante, en la cual son decisivas las grandes
personalidades, radica el avance del hombre hacia su fin definitivo. Esta
educación hacia la espiritualidad debe realizarse por medio de su absorción en
el idealismo, el cual representa para el noologismo la fusión más perfecta del
helenismo y del Cristianismo.
Es imposible no ver en esta pedagogía un serio
anhelo para avanzar de la sencillez de una concepción puramente naturalística
hacia la Humanidad
verdaderamente noble. Mucho de lo que en ella se recomienda puede suscribirlo
también un cristiano creyente. Esta circunstancia, sin embargo, no puede
engañar respecto a su fundamentación, no ya discutible, sino absolutamente
falsa; lo que deslumbra a primera vista, revela, tras un examen más detenido,
un sentido panteísta que cambia en su opuesto aquello que al primer momento
pareciera perfectamente conocido. Tampoco puede pasarse por alto el hecho de
que la pedagogía noológica lleva consigo una vaga imprecisión que - aún
considerada pedagógicamente- pone en cuestión su aplicación fecunda en los
casos más dificultosos.