GOBIERNOS
DEPARTAMENTALES, NO.
GOBIERNOS
REGIONALES, SÍ.
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
La división política del territorio peruano
surgió sobre la base de la división político-administrativa realizada en la
Colonia. Las intendencias coloniales fueron “el punto de partida de los
primeros departamentos republicanos” (Alfredo Stecher Shauer).
Todos los departamentos
tienen algo peculiar que los caracteriza y diferencia unos de otros: usos,
costumbres, tradiciones, formas de vida, heterogeneidad de pisos ecológicos,
recursos naturales, potencial socio-económico, nivel de integración territorial
y cultural, entre otros. Empero, por razones de vigencia de un absorbente y
nefasto régimen centralista y por timidez política de los gobernantes de
turno fueron agrupados geográficamente para conformar las regiones.
“El departamento –dice José
Carlos Mariátegui- es un término político que no designa una realidad y menos
aún una unidad económica e histórica. El departamento, sobre todo, es una
convención que no corresponde sino a una necesidad o un criterio funcional del
centralismo. Y no concibo un regionalismo que condene abstractamente el régimen
centralista, sin objetar concretamente su peculiar división territorial”.
En 1931, el Apra, como
primer partido político organizado y de masas, presentó su primer Plan de
Gobierno llevando como lineamiento de su programa revolucionario la
descentralización para lograr la Gran Transformación del Perú.
En su sentido
profundo, entendían los apristas que la regionalización es básicamente un
movimiento histórico de largo aliento, que implica la planificación concertada
del desarrollo, la redistribución de recursos al interior del país, la
desconcentración administrativa y la transferencia del poder de decisión.
Víctor Raúl Haya de la
Torre, en sus Obras Completas (Tomo 2),
decía: “Conviene advertir que los apristas peruanos somos regionalistas y
anticentralistas como somos nacionalistas y democráticos, no sólo política sino
económicamente. La región económica, que en una demarcación política más científica
debe modificar nuestra retrasada división territorial, determinará las formas
de aplicación de los principios fundamentales de reorganización económica”.
Remontándonos un poco a la
historia de la división política del Perú encontramos que en 1821 existían
cuatro departamentos, en 1822 once, en 1825 siete, en 1834 ocho, once en 1850,
catorce en 1857 y 13 en 1862. En 1876
eran18, 21 en 1904, 22 en 1906, 23 en 1912, 23 en 1932, 20 en 1934, 21 en 1936,
22 en 1942, 23 en 1944, 24 en 1980.
Desde 1821 se concentró en
las capitales de departamento la potestad normativa en la burocracia, el
aparato productivo, las inversiones, los servicios básicos, las fuentes de
trabajo, la infraestructura física y vial, los medios de transportes y las
obras públicas.
Es así como se enraizaron
los egoísmos y los personalismos, se acentuaron las posiciones localistas y de terruño,
germinaron las concepciones estrechas de desarrollo y de crecimiento, de tipo
comarcano y aislacionista, desligado del desarrollo nacional, causando serios
perjuicios a las provincias. Razón por la cual hubieron departamentos que
llegaron a crecer en mayor grado y nivel que otros, desarticulados y
heterogéneamente, unos que tenían mucho y otros que poco o nada tenían.
Es así como se produce la
lucha histórica entre las capitales de departamento que luchaban contra el
centralismo de Lima (capital de la República) y los distritos y provincias
contra el centralismo departamental, en busca de un futuro mejor.
Sólo para referencia
histórica. En 1985, los departamentos de Lima-Callao, Arequipa, La Libertad,
Piura, Ica, Lambayeque, Puno y Junín concentraron el 91.46 % del total de las
colocaciones del sistema bancario nacional. En 1885 solo Lima y Callao
concentraron el 76.40 % de las colocaciones del sistema bancario nacional del
Banco Central Hipotecario.
NO REELECCION DE AUTORIDADES LOCALES Y REGIONALES
Estamos en el año 2015 y el
gobierno de Ollanta Humala acaba de promulgar una ley que dispone la no
reelección consecutiva de alcaldes provinciales y de presidentes de gobiernos
regionales. Algo más, se les cambió de nombre a los presidentes de gobiernos
regionales, pues ahora se llamarán gobernadores.
Se sigue manteniendo la
tradicional y obsoleta estructura de un estado centralista por cualquier ángulo
que se le mire, con una injusta y desigual distribución de los recursos y de la
riqueza nacional, generados por la ley del embudo de un Estado de minorías que es portavoz y defensor de los innobles
intereses de la recalcitrante derecha nacional y de los intereses foráneos,
brazo incondicional de la alta burguesía ligado a la dirección de zigzagueantes
tecnócratas. Estado que contrae las
inversiones, que hace mal aprovechamiento de su rico y variado potencia
socio-económico, turístico y cultural, así como explota la fuerza de trabajo de
los peruanos. La ansiada justicia social plena, el bienestar general y la
libertad de los pueblos marginados y olvidados del interior del país continúa
siendo declaración lírica y cuento de nunca acabar al servicio de políticos
improvisados y sin experiencia, que se inscriben en una “Hoja de Ruta”.
Lo que el país espera es que
los denominados “gobiernos regionales” no sigan siendo integración de
provincias del mismo departamento, sino de zonas geográficas más extensas y
contiguas, es decir integración de varios departamentos, verdaderas regiones.
POSIBLE
TAREA DEL NUEVO GOBIERNO DE 2016
En materia de
regionalización hay mucho camino por recorrer. Se debería conformar y hacer
viable los verdaderos gobiernos regionales en el Perú. Posiblemente esta tarea
le tocará al próximo gobierno que se instalará el 28 de julio de 2016.
Sobre la Región económica
tendrá que erigir la Región política, de acuerdo con sus zonas de producción de
riqueza, sin perder las líneas de la unidad nacional y sin perder la cohesión
armónica de las Regiones con el Estado central.
Tendrá que organizar y poner
en marcha el Congreso Económico Nacional, congreso que produciría un
presupuesto científico, una contabilidad hacendaria, buenas leyes de catastro y
tributación.
Investigará y planificará el
desarrollo regional-nacional y organizará con realismo las inversiones para
saber cuándo, cómo, dónde, cuánto y por qué va a poner el dinero, qué se necesita
para crear la obra productiva.
Es decir, organizará
técnicamente el Estado, apartando todo el sistema de administración pública de
la influencia política-partidaria, creando más bien un cuerpo especializado de
servidores públicos por estricto mérito de capacidad, experiencia, honestidad y
con amplias garantías de seguridad personal y profesional.
Finalmente, tendrá que
afirmar la soberanía de los gobiernos regionales y los gobiernos locales,
respetando y defendiendo su autonomía normativa, económica, administrativa y política.