EL PRAGMATISMO
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
El
término pragmatismo deriva de la voz griega pragma
y significa hecho, cosa, asunto, acción.
Empecemos
dando lectura y reflexionando sobre los pensamientos que siguen:
Charles
Sanders Peirce: “Toda la función del pensamiento es producir hábitos de acción”
y “Lo que significa una cosa es simplemente los hábitos que envuelve”.
“Consideremos qué efectos que puedan tener alcance práctico tiene el objeto que
concebimos. Entonces, nuestra concepción de estos efectos es el total de
nuestra concepción del objeto”.
Federico
Nietzsche: “La verdad sólo sirve para designar aquella función de juicio que
conserva la vida y sirve para la voluntad de poderío”.
John
Dewey: “El pensamiento, es un instrumento de readaptación, es un órgano de
ciertos modos de comportamiento, no de conocimiento del mundo”. La verdad es lo
que proporciona “satisfacción”.
William
James: “Es verdad toda idea que produce efectos beneficiosos en nuestra vida”.
“Lo verdadero, para decirlo de manera breve, es sólo aquello que conviene a
nuestros intereses profundos, de la misma manera que lo justo no es más que lo
conveniente en nuestro modo de comportarnos”.
Pues
bien. El pragmatismo es el único sistema filosófico norteamericano
que surgió hacia 1872 en el “Club metafísico”, teniendo como fundador a Charles
Sanders Peirce (1839-1914) y demás representantes: William James, John Dewey,
F.C.S. Schiller, Jorge Simmel, E. le Roy, Laberthonniere, Giovani Papini, Federico
Nietzsche y Hans Vaihinger.
El
pragmatismo es una variante del relativismo que surge en oposición al
racionalismo, cuando éste llegó a sostener que “una cosa es útil de enseñar
porque es verdadera”.
Los
partidarios del pragmatismo se llaman pragmatistas, en tanto coinciden en su
manera de hacer depender la verdad de la utilidad en los órdenes científico,
religioso y moral, dando significación solamente a las proposiciones o
pensamientos que puedan tener sentido y aplicación en la vida humana.
Los
pragmatistas sostienen que la verdad o la falsedad de una idea dependen más que
nada de la mayor o menor relación que tengan con la realidad, con la utilidad
práctica, con el aprovechamiento práctico que de ella resulta. La verdad
pragmática, dicen, no tiene un valor absoluto sino relativo al hombre y
variable con él, así la libertad, el bien, el deber, etc., son verdaderos en la
proporción en que sean instrumentos efectivos para explicar la experiencia y
realizar objetivos humanos o sean medios adecuados y viables para incitar al
hombre a la acción frente a la vida y el destino. Así, al afirmar “el alcohol
es un veneno” se está profiriendo un juicio verdadero porque pragmáticamente
mueve a evitar el alcoholismo en las personas, y es útil para la salud.
Interesa, entonces, a los pragmatistas las consecuencias prácticas, los
resultados ventajosos, los servicios que presta una idea para comentar la
conservación, el progreso y el desarrollo de la vida social. Lo verdadero es lo
útil. Si el conocimiento es útil, el conocimiento es verdadero, con lo que los
pragmatistas subordinan el pensamiento a la práctica. El criterio de verdad es
el valor práctico, o la utilidad es el criterio del saber.
El
pragmatismo resulta siendo, entonces, una posición positiva frente a la
posibilidad del conocimiento. Considera al hombre no solamente como un ser
pensante, sino ante todo y por sobre todas las cosas como un ser práctico a
quien interesa en mucho y básicamente el valor efectivo de la verdad o del
conocimiento como medio o instrumento del hombre para su acción ante el mundo,
la vida, el destino y la sociedad. En este sentido lo verdadero, lo bueno, lo
vello y lo santo no son sólo valores objetivos sino principios que traen
consigo consecuencias prácticas para la acción del género humano.
Al
pragmatismo no le interesa las causas primeras, últimas o supremas, los principios
absolutos y necesarios, se preocupa y se interesa principalmente de cosas,
consecuencias, resultados y beneficios inmediatos en la lucha cotidiana y
permanente del hombre por la existencia.
El
pragmatismo niega la autonomía y peculiaridad del saber y sostiene el carácter
práctico y relativo del conocimiento humano. Su esencia filosófica consiste en
concebir la razón, el saber y el pensamiento en tanto sean útiles al hombre, a
manera de medios o de instrumentos para la acción humana, en su mejor y eficaz
manera.