PLANIFICACIÓN
Y DESARROLLO REGIONAL
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
La
administración empírica de mano con la demagogia política, el barato
asistencialismo social y la corrupción notoria en muchos gobiernos regionales del
Perú viene acentuando el círculo vicioso de la pobreza, no obstante contar a la
fecha con ingentes recursos económico-financieros que no saben cómo utilizar
por carecer de capacidad de gasto o de proyectos específicos elaborados
técnicamente.
Cabe
precisar que el tradicional régimen centralista dividió al territorio patrio en
departamentos al estilo de las intendencias coloniales. Aparte de estar desvinculados
unos de otros, no respondían a requerimientos de desarrollo de la zona, menos
aún del país. Vino, entonces, la predominancia del espacio nacional, en lugar
de la insurgencia progresista de espacios regionales, limitándose a las
provincias en las oportunidades de su desarrollo, con excepción de unas cuantas
ciudades-capitales de departamento que fueron beneficiarias del centralismo.
No
olvidemos que la planificación improvisada y centralista, -desde el apolvado escritorio de algún burócrata limeño-,
fortaleció la estructura macrocefálica del país, generó la desintegración e
inseguridad nacional, engendró el clientelismo político-partidario y produjo
una permanente corriente migratoria de las zonas rurales a las zonas urbanas.
Se usó tecnologías inadecuadas a la realidad de las regiones, se descapitalizó y
desatendió el campo y mucho más.
esultado: más pobreza crónica y desigualdad
social, más marginación y exclusión social, más dependencia y dominación por
los grupos de poder plutocráticos. En una
palabra: proliferó el desarrollo inarmónico, débil, desigual, indigno e
injusto, ahogándose toda posibilidad e iniciativa de cambio social.
Para
superar los tradicionales problemas y males del Perú debe convertirse en
política de Estado la planificación regional articulado a la planificación
nacional.
Nadie
puede negar que la planificación regional-nacional realizada de manera científica,
realista y técnica es un instrumento de desarrollo sostenible y permanente del
país. Permite superar el desarticulado patrón de crecimiento y los anacrónicos
modos de producción. Hace posible la redistribución de los recursos naturales y
recursos económico-financieros con espíritu de equidad, justicia y oportunidad.
Impulsa el desarrollo de mayores actividades productivas y disminuye
sustancialmente la contradicción zona rural-zona urbana, a la vez que estimula
y asegura la formación de ciudades-eje como polos de desarrollo regional.
Cuando
la planificación surte sus efectos positivos, se incorporan amplios espacios
productivos dando independencia y complementariedad a cada región, pero sin
perder la cohesión armónica con el gobierno central. La solución del problema
del subdesarrollo regional implica necesariamente la solución del problema
nacional.