HACIA
UN ENCUENTRO NUEVO CON LA HISTORIA Y EL FUTURO DEL PERÚ
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
La necesidad de llevar
adelante el proceso de la verdadera regionalización y descentralización en el
Perú no tiene espera. La población peruana demanda un nuevo Estado
desburocratizado, eficiente, austero y técnico para recuperar los niveles de
crecimiento que aseguren el bienestar de la inmensa mayoría nacional.
La reciente información difundida
a través de los medios que en el mes de enero de 2015 la economía creció en
sólo 1.68 por ciento, es verdaderamente
lamentable y muy preocupante. El culpable es el actual gobierno de Ollanta
Humala, por su improvisada política, por la carencia de cuadros técnicos en el “partido
nacionalista”, por la falta de liderazgo político, por las promesas
incumplidas, por la falta de visión de los problemas nacionales, por el mal
trato al capital nacional y extranjero, por la inseguridad ciudadana e
inestabilidad política que genera e impera en todo el país, por la corrupción
que se esconde dentro de la olla que aún no se ha destapado y que al próximo
gobierno le tocará destapar. Y por múltiples razones, que faltaría espacio y
tiempo para decirlas.
Es posible que no le guste al gobierno de
Ollanta Humala la comparación con otros gobiernos. Pero la verdad duele y hay
que recordarle. El gobierno de Alan García, el 28 de julio de 2011 le dejó una
economía saneada y con un promedio de crecimiento de más de 7 por ciento, con
miles de obras pequeñas, medianas y grandes en todas las regiones del país, con
más inversión, más trabajo, más tranquilidad en los hogares, más atención en
los servicios básicos de los pueblos, mejor posicionado el país dentro de la
economía latinoamericana. ¿Que valdría la pena volver a votar por Alan García si
llegara a postular nuevamente a la presidencia de la República? Conscientemente
y bien pensado, diría que sí.
Frente a una economía
peruana que hace agua, con el más bajo porcentaje de crecimiento económico y
social, urge la renovación democrática del gobierno. Urge renovar las instituciones
del Estado que han devenido en ineficientes, deficitarias, viciadas por la
corrupción y manchadas por el crimen. Urge el saneamiento integral del país,
con una reorganización de la economía regional y nacional sobre bases
eminentemente técnicas y científicas, para devolverle a la Nación peruana sus
sagrados derechos integrales. Urge un nuevo orden social justo, digno y libre,
que ponga fin al manejo interesado de las economías y esperanzas del pueblo
provinciano.
El orden injusto y
arbitrario de cosas imperante en el país
no debe continuar en su caótico estado. Esta alarmante situación invita a la
población de Costa, Sierra y Selva a participar en un encuentro nuevo con la historia y el futuro del Perú. Recordemos
las palabras de Manuel Gonzales Prada, cuando en su obra “Bajo el Oprobio”
expresó:: “La desinfección nacional no puede venir del foco purulento: la
acción necesaria y salvadora debe iniciarse fuera de Lima”.
El Perú necesita de
verdaderos gobiernos regionales, más descentralización y desconcentración del
poder económico, político, educativo y cultural, para reducir la brecha social,
la dependencia externa e intensificar las exportaciones en bienes y mercados.
Urge un nuevo Estado ágil,
dinámico, eficaz y eficiente, que efectúe la compensación económica entre los
recursos de las regiones pobres con aquellas que más tienen, que promueva una
justa y equitativa distribución, explotación y uso racional de la riqueza del
Perú, que devuelva a los pueblos provincianos en más porcentaje las rentas que
producen para ser invertidos en su propio crecimiento, desarrollo y progreso,
sin tener que recurrir a un asistencialismo social que sólo genera dependencia,
que gana votos ciudadanos en las elecciones, pero que no promueve la liberación definitiva
de los males y problemas de la sociedad.